08/10/2024
El retinol, gracias a su buena capacidad de absorción, puede ejercer diferentes funciones beneficiosas sobre la piel.
Antienvejecimiento. Estimula a los fibroblastos para que sinteticen colágeno, mejora la elasticidad de la piel y favorece la angiogénesis.
Renovación celular. Aumenta la renovación de la epidetrmis y acelera la proliferación de la capa basal de células epidérmicas. Este efecto de renovación contribuye a mejorar la textura de la piel y, por ejemplo, reducir las cicatrices del acné.
Antimanchas. Otra de sus funciones es la reducción de la coloración de la piel, contribuye a una distribución uniforme de melanina.
Anticomedogénico. Regula la producción de grasa actuando sobre las glándulas sebáceas y los sebocitos.
Recuperación del DNA. Actúan sobre la enzima P53, que actúa como guardián del ADN y resulta esencial para que las células respondan adecuadamente ante situaciones extremas, como la exposición solar o brotes de rosácea, recuperándose más rápido y mejor.
Como hemos visto, los retinoides son una familia de moléculas muy versátiles, idóneas para casi todo el mundo, tratan el acné y sus lesiones, mejoran la hiperpigmentación, actúan sobre el fotoenvejecimiento, etc.
Todo esto lo consiguen porque favorecen procesos transformadores de la piel consiguiendo, a través de un protoclo personlaizado y el uso continuado del producto, una mejora visible del aspecto de la piel. Cualquier piel sana, independientemente de su edad y tipo se verá beneficiada con el uso del retinol, incluso en pieles sensibles no patológicas puede ser utilizado con precaución, ya que mejora la función barrera y la hace más resistente.
El uso del retinol tiene sus reglas, preparando la piel poco a poco, de un modo progresivo y seguro.
Consúltanos cuál es el protocolo que más se adapta a tu tipo de piel.