11/12/2025
Adiós, Nueva York.
Y gracias por sorprendernos.
Vine a cumplir el sueño de una de mis hijas, ver la ciudad en Navidad,
y al final acabé cumpliendo también el mío: descubrir que todavía puedo dejarme descolocar, que aún me quedan ciudades que no esperaba amar.
Lo decidimos una semana antes.
Ellos no sabían nada.
Y lo más bonito no fue solo aterrizar allí,
fue ver cómo, entre sirenas, luces y bagels imposibles, tres de mis hijos volvían a encontrarse: a reírse, a molestarse, a contarse chistes tontos,
a caminar juntos sin darse cuenta de que lo hacían y a acordarse de su hermano mayor que ha sido el gran ausente de este viaje porque crecer también es esto: darse cuenta de que los caminos a veces no se alinean a pesar de las ganas.
En el metro les veía moverse como si hubieran vivido aquí siempre, cada uno con su estilo, su energía, su velocidad.
Y yo detrás, a veces mediando como un pequeño casco azul, otras veces soltando nuestros planes adultos para seguir el suyo, y otras recordándoles , y recordándome, que yo también existo.
Viajar con ellos me ha enseñado
que crecer duele un poco y emociona mucho, que ellos cambian y nosotros también, y que aun así, seguimos siendo familia: imperfecta, ruidosa, maravillosa.
Vuelvo fascinada.
Por Nueva York.
Y por ellos.
Si quieres saber algo del viaje, organización, planes, precios, rutas, o lo que te genere curiosidad, déjamelo por aquí y te cuento.