24/03/2025
🧡 LA PEQUEÑA HORMIGA TRABAJADORA
Moraleja útil para la sociedad, cuando una simple pregunta puede cambiar todo,...
En una colonia de hormigas vivía una pequeña hormiga. No era la más fuerte, la más rápida ni la más inteligente, pero tenía una cualidad que la hacía diferente a las demás: no podía ignorar el sufrimiento de los otros.
Si alguien se cansaba y no podía llevar un grano hasta el hormiguero, ella lo ayudaba. Si alguien tropezaba y caía, ella ayudaba a levantarse. Si la lluvia desmoronaba los túneles, ella era la primera en empezar a repararlos.
Las hormigas se acostumbraron a que siempre estuviera cerca. Sabían que si dejaban caer una carga, ella la recogería; si no terminaban un pasadizo, ella lo terminaría; si se cansaban, ella les prestaría su hombro.
Y nadie le preguntaba: ¿no estará ella misma cansada?
Día tras día, no solo cumplía con su trabajo, sino también con el de los demás. Nunca tenía tiempo para descansar, pero se convencía a sí misma: «Sólo un poco más, y todo mejorará. Lo importante es que los demás lo tengan más fácil».
Un día, la hormiga notó que sus patas comenzaban a temblar por el cansancio. No podía llevar granos tan rápido como antes. Le dolía la espalda, y sus ojos miraban cansados el interminable flujo de trabajo.
Pero ella no podía fallarle al hormiguero.
Cuando una hormiga le pidió ayuda con una carga, reunió sus últimas fuerzas y aceptó.
Cuando una segunda hormiga le pidió terminar su trabajo, apretó los dientes y asintió.
Cuando una tercera hormiga dijo: «Siempre tienes tiempo, ayúdame también», una vez más no se negó.
Y entonces ocurrió lo que ni ella misma esperaba.
Bajo el peso de todas las preocupaciones que llevaba encima, sus patas se doblaron.
Cayó al suelo.
Las hormigas que pasaban apuradas ni siquiera se dieron cuenta de que ya no se movía.
Al principio, nadie le dio importancia a su ausencia.
— Seguro que pronto regresará, — decían.
Pero pasaron los días, y el trabajo empeoró. Ya nadie recogía los granos caídos. Nadie prestaba su hombro. Nadie ayudaba con los túneles.
La situación en el hormiguero se volvió más difícil.
Una tras otra, las hormigas empezaron a entender: ella hacía mucho más de lo que pensaban.
La buscaron, pero no estaba en ninguna parte.
Y solo una vieja hormiga que vivía al borde del hormiguero, un día suspiró y dijo:
— Se fue. Comprendió que nadie apreciaba su trabajo hasta que desapareció.
— ¡¿Pero por qué no nos dijo?! — se indignaron las hormigas.
— ¿Acaso alguna vez le preguntaron cómo se sentía?
Las hormigas guardaron silencio.
Entendieron: daban por sentado su ayuda.
Ella siempre estuvo allí, siempre apoyando, siempre sacando de situaciones difíciles. Y cuando a ella misma le costó, nadie siquiera se dio cuenta.
❗Moraleja:
En cada sociedad hay personas que llevan sobre sí las preocupaciones de los demás.
Ellos ayudan, apoyan, trabajan más que todos. Dicen «sí» incluso cuando están cansados. Hacen que la vida de otros sea más fácil, pero nadie les pregunta cómo están ellos.
Y un día, cuando sus fuerzas se agoten y se vayan, solo entonces los demás comprenderán lo importantes que fueron.
¿Pero habrá oportunidad de que vuelvan?
❗ Si en tu vida hay alguien así, no esperes hasta que caiga. Pregúntale ahora: „¿Te cuesta? ¿Puedo ayudarte?“
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