02/08/2023
Relato de parto, Nacimiento de Enar
Después de bastantes noches sin poder descansar, con pródromos y contracciones que no se hacían dinámicas mi cuerpo estaba agotado.
El martes 27 de junio por la tarde teníamos monitores, en la sala de espera cada minuto se me hacía infinito, un mal estar invadía mi cuerpo y un cansancio extremo que no recuerdo antes haberlo sentido me acompañaba.
Aparece Laura y me pregunta:
¿cómo estás Lucia? Me derrumbé y dije mal, agotada no puedo más.
Los monitores daban actividad, pero no dinámica de parto. No te preocupes, te va a ver la Gine y haber que podemos hacer….
Revisaron cuello, hicieron Hamilton y nos mandaron a pasear, había un terreno muy probable de un inicio inminente.
No os recomendamos volver a casa. Hablamos en un par de horas.
Gracias Dra. I. Eznarriaga por tu gran amor y comprensión.
A las 23 h todo seguía igual y yo también, así que decidieron ingresarme para que pudiese descansar lo máximo… hacia mis adentros sentía que con ese cansancio era imposible soportar un parto (recordando el parto de mi primer hijo)
A las 8.30 de la mañana viene Elena a verme, las olas seguían sin ser dinámicas, pero empecé a sentirlas en el p***s, cosa que no me agradaba porque nada me consolaba, gracias a su profesionalidad y a entender la fisiología enseguida supo que lo que ocurría es que el bebé no podía entrar en el canal del parto, pues…
¡¡Había más líquido amniótico ( polihidramnios) de la cuenta y la pequeña estaba flotando sin poder reposar¡¡
En ese momento y le estaré siempre agradecida pensó en fajarme, ¡me puso una sábana para empujar el bebé hacia dentro y fue ahí donde empezó la fiesta!!
A las 9.05 salía de la habitación y me dejo desayunando, me dijo que a las 10 me llamaría e iríamos viendo la evolución.
He de decir que no pude desayunar porque las olas eran continuas y a las 9.30 la presión era tal que necesitaba empujar.
Mi marido la llamo y todo el personal se movilizó a las 9,45 estaba en la unidad de parto, aromaterapia, luz tenue, sillas de parto, un acompañamiento inigualable por parte de mi acompañante y de un gran equipo de profesionales, me llenaron la bañera de agua, mágica sensación al meterme dentro, pero las olas me invadían de una presión brutal que me sacaba de mi ser.
Elena acompañaba a mi bebé hacia dentro, mi marido me sostenía para no desfallecer, pero llego un momento en el que mis fuerzas no llegaban a más, les preguntaba ¿cuánto quedaba?
Y tras ver que las noticias no cambiaban de un momento a otro pedí que me pincharan la bolsa, sabía todo lo que sentía, mi cuerpo tiene recuerdo, y en mi primer parto me costó mucho romperla, sabía que si me ayudaban mi bebe estaba cerca, ellas también me lo ofrecieron y seguí su consejo y mi intuición.
Fue lo más liberador que sentí nunca, en un par de olas más había alcanzando la dilatación completa, mi niña estaba cerca.
Sentí una ola intensa e interminable y de repente el anillo de fuego.
Sentía su cabeza coronando mi periné, fui capaz de controlarlo porque merecía una hermosa llegada al mundo, empujaba con cada ola y le sostenía su cabeza, después sus hombros y finalmente el cuerpo para el que pedí ayuda.
A las 11:20 h Enar estaba en mis brazos.
Acompañada de papá, de nuestro pequeño en el pensamiento y de un equipo de profesionales como nunca hubiese imaginado.
Después del miedo que he pasado en este embarazo. Gracias a mis matronas Elena, y Laura (no le tocaba, pero no se resistió a perderse el parto y vino a poner su energía) a la Dra.M Martin
Enar nació en calma, me clavó la mirada y renací como madre de nuevo.
Una experiencia mamífera y empoderadora.
Gracias Alba por tu profesionalidad, delicadeza, silencio, disponibilidad y por inmortalizar esta experiencia que nos acompaña en nuestras vidas y a la de mi hija.
Sin duda una vez más elegir un parto consciente, de baja intervención y elegir los profesionales que me acompañarían han hecho sentirme segura y poder llevar a cabo mi sueño.
Una vez más me demuestro la capacidad que tiene el cuerpo, que confiar en la naturaleza no es ninguna locura. Que un embarazo no es un proceso patológico y que hay que personalizarlo, cada mujer tiene sus patrones de normalidad y no todas estamos enfermas.