Psicologa Fernanda Palenzuela

Psicologa Fernanda Palenzuela Atención psicológica y centro de terapias dirigido al bienestar y crecimiento personal. Atención

14/05/2025

🤔¿Sabías que existe un síndrome que afecta principalmente a mujeres y que aún no ha sido suficientemente investigado?

👉🏽 Se llama síndrome de ASIA (Síndrome Autoinmune/Autoinflamatorio Inducido por Adyuvantes) y agrupa síntomas como fatiga crónica, dolores musculares, caída de cabello, problemas neurológicos y otras alteraciones del sistema inmune que aparecen después de la exposición a ciertos adyuvantes (como implantes de silicona, algunas vacunas o productos estéticos).

¿Por qué no se ha investigado a fondo? Aquí es donde entra el sesgo. 🫠

Este síndrome afecta en su mayoría a mujeres, especialmente aquellas que han usado implantes mamarios o rellenos estéticos.

☝🏽 Esto no es irrelevante: muchas veces se asume que, por haber optado por una cirugía estética, “se lo buscaron” o “asuman las consecuencias”. Esa idea moralista e injusta desestima su dolor y retrasa la investigación científica.

🔥La medicina no es neutral.

Históricamente, el cuerpo masculino ha sido tomado como modelo estándar en los ensayos clínicos. Las mujeres han sido invisibilizadas en la investigación médica y, cuando aparecen, su dolor suele ser minimizado o atribuido a factores emocionales.

👉🏽Esto ha pasado con enfermedades como la fibromialgia, la endometriosis, el síndrome de fatiga crónica… y ahora con el síndrome de ASIA.

¿Qué pasa cuando el dolor no encaja en el modelo biomédico tradicional?

Se duda. Se subdiagnostica. Se deja a las mujeres sin respuestas, sin atención y sin justicia médica. A muchas se les ha dicho que “es ansiedad”, que “están somatizando” o que “es hormonal”, cuando en realidad su cuerpo está pidiendo ayuda.

☝🏽El problema no es solo el síndrome.
El problema es cómo se responde al malestar de las mujeres.

El síndrome de ASIA es una puerta para hablar de algo más grande: cómo la ciencia y la salud han ignorado sistemáticamente a quienes no encajan en el modelo masculino, blanco, normativo. Y mientras eso no cambie, habrá cuerpos —especialmente los de las mujeres— que seguirán cargando con el dolor de la indiferencia médica.

13/05/2025
13/05/2025

“Y, sin embargo, Internet está lleno de publicaciones de aficionados que explican cómo mejorar la salud mental. No solo los autoproclamados coaches publican ufanos bajo el hashtag , de hecho, cualquier individuo con acceso a Internet y un perfil de Instagram puede participar en el debate sobre la psique humana. El consenso discursivo es el siguiente: es fantástico eliminar los tabúes y hablar sobre enfermedades mentales. De repente, un st******se emocional completamente prefabricado y despersonalizado se convierte en un bien de consumo viral. Elaboradas publicaciones invitan a un público sobreactivado a analizar emocionalmente sus propias necesidades, a no aceptar compromisos respecto a amigos, familia o pareja, a dedicar toda su energía a reforzar la autoestima. Encuentro más acertada la idea que ofrece el filósofo Baruch Spinoza, expuesta por Harry G. Frankfurt: «Spinoza explica que el bien supremo consiste en el acuerdo con uno mismo, es decir, en estar de acuerdo con la persona que uno es y aceptar, quizás no con total entusiasmo pero sí de manera voluntaria, los motivos y disposiciones que nos impulsan a hacer lo que hacemos». Lo que me parece acertado en la imagen ideal de uno mismo que propone Spinoza es su escepticismo respecto a la relación fervorosa con el propio yo: no es imprescindible el amor incondicional a uno mismo, la autoestima entusiasta, basta con aceptarse caritativamente. Podría pensarse que es especialmente importante para personas que han sufrido graves traumas psicológicos fortalecer la autoestima para escapar de una espiral de depresión. Yo diría que deberíamos esforzarnos por tener una imagen estable e integradora de nosotros mismos que no caiga ni en la trampa de la idealización del yo ni en su devaluación depresiva. Porque, y esto debería aliviarnos a todos, no estar obligados a amarnos puede resultar un alivio”.

‘A la mi**da la autoestima, dadme lucha de clases’ editado por

11/05/2025

Muchas felicidades a todas las madres

Un día comprendí a la mamá que vestía a sus hijos con ropa cómoda para que pudieran disfrutar de una piñata y a la mamá que no lo hacía porque no tenía tiempo de ponerles la ropa de fiesta porque salía volando del trabajo.

También a las que llegaban con pequeños príncipes y princesas perfectamente combinados.

También a aquella mamá que dejaba a sus hijos descalzos porque creía que era saludable el contacto con el suelo y a la que por nada del mundo se los quitaba para que no se enfermaran.

Entendí a la que llegaba a una reunión con cara de apuro pidiendo que alguien cuidara a su hijo para poder ir al baño o comerse algo con tranquilidad. Y a esa mamá que no compartía a sus hijos con nadie.

Entendí a la que llegaba tarde...(Nunca imaginé hasta hoy lo difícil que es estar a tiempo con hijos, trabajo y de más).

Comprendí a aquella mamá que en un restaurante no pudo calmar a su hijo, y tuvo que darle la nieve que pedía.

Y también comprendí a aquella que solo le permite comer cosas saludables y orgánicas.

Comprendí a aquella mamá que no sabe qué hacer con un episodio de llanto y capricho de su hijo en el supermercado.

Como también comprendí...
a la que amamanta
a la que no,
a la que vuelve a trabajar rápido
a la que decide quedarse en casa
a la que hace home office,
a la que hace colecho,
a la que le encanta la idea de mandarlos a dormir a su propio cuarto.

A todas...
Porque un día fui mamá y acepté no ser perfecta porque no pude.

Acepté mi estilo propio, y sigo aprendiendo, me veo en cada una, abrazo y ayudo a las que puedo y me abrazo junto con ellas.
Web
Leerentremujeres

08/05/2025

✨ Tu cuerpo no le debe nada a nadie.

06/05/2025

☝🏽Porque lo que no se ve, no se imagina. Y lo que no se imagina, no se permite.

✨Tener referentes con distintos colores de piel, formas, tallas, alturas, capacidades, expresiones de género, ayuda a que las niñas no crezcan sintiendo que su cuerpo está mal o necesita corregirse para valer.

👉🏽Ver a mujeres con corporalidades diversas, con cicatrices, con canas, con fuerza, con pliegues, en roles importantes y diversos, es también una forma de justicia social.

🔥No se trata solo de aceptación. Se trata de pertenencia.

Cuando una niña no se ve reflejada en lo que consume, en lo que juega o en lo que aprende, vive esa ausencia como un rechazo. Y empieza a desear desaparecer partes de sí.

👉🏽Por eso, hablar de diversidad corporal no es una moda: es una respuesta urgente a siglos de exclusión simbólica. Es permitir que todas las niñas sientan que sus cuerpos no son errores, sino casas legítimas.

🔥Si queremos niñas libres, empecemos por liberar los cuerpos que habitan.

Que no tengan que luchar contra sí mismas desde tan temprano.
Que no sientan que deben volverse “otras” para ser amadas.
Que se miren al espejo y se reconozcan: presentes, suficientes, reales.

06/05/2025

👉🏽 La ciencia tradicional, construida desde paradigmas androcéntricos y eurocéntricos, ha legitimado como 'universal' un conocimiento producido mayoritariamente por hombres blancos, occidentales y de élite.

Esta hegemonía ha invisibilizado sistemáticamente otros saberes: desde los sistemas de conocimiento indígenas (como la medicina ancestral), hasta los aportes de mujeres científicas o enfoques decoloniales.

🔥 Esta exclusión no es un vacío casual, sino un mecanismo de poder que reproduce jerarquías coloniales, de género, clase y raza.

🤔 ¿Quién produce el conocimiento y bajo qué intereses?

04/05/2025

Diría que una madre no es solo tu madre, que no es solo tuya. Era y respiraba antes de ti, porque una madre es, aunque a veces no lo parezca, un ser humano. Desbozadora de deseos propios, se le exige que nunca se anteponga, que se deje para el final, debajo del montón, que haga lo que haga falta para sacar a sus hijos adelante y en ese lo que haga falta vaya su salud, su tiempo, su vida. Si no lo hace, mala madre. Si no queremos imaginar a nuestras madres más allá de los confines de la maternidad es porque no soportamos la idea de no ser lo único ni lo más importante para ellas.

Una madre no es la que pare, es quien que te da un refugio para que puedas ser. Amiga, tío o balcón con plantas. Un trozo de mundo al que regresar y desde el que partir. Aunque lo parezca una madre no es un genio de la lámpara a la que frotar y exigir cosas. No es un “pues entonces no haberme tenido”, usando el chantaje, o un “pues ahora te jodes”, usando la tiranía. Los hijos no pedimos nacer, pero al nacer, nos proporcionan la oportunidad de vivir. Nos dan la sangre y las palmas de las manos y los vientres y la garganta y nos dan incluso la posibilidad de saber, de conocer, de aprender y con ello, oponernos al mundo.

Una madre es también una hija. Es pequeña como un guijarro azul y tiene miedo y dudas y querría salir corriendo, esconderse debajo de la cama, depositar su temblor en otro cuerpo y poder descansar, arrancarse a la madre y volver a ser solo por un momento alguien de quien no depende nadie.

Una madre es una culpa, porque al dividirse, al ser más que una, siempre hay alguna que sale abandonada.

A una madre no hay que quererla, porque querer no es obligatorio, pero si la quieres y te quiere, a una madre (y a una hija) hay que hacerla con las manos más allá de lo que esperamos de ella. Hacerlas más libres a pesar de ti. Porque un día esas niñas que murieron un poco para que nosotros pudiéramos ser, se morirían otra vez y esta vez, como se van las orillas, será de verdad, será para siempre.

Aquí solo quedará esta sangre y estas palmas de estas manos y estos vientres y esta garganta para seguir viviendo en un lugar, ya sin ellas, pero con sus raíces y sus flores.

03/05/2025
03/05/2025

SOMOS LOS HIJOS DE PADRES QUE NO FUERON A TERAPIA ❤️‍🩹

Venimos de familias que hicieron lo mejor que supieron.
Crecimos en casas donde muchas cosas no se decían.
Donde los silencios pesaban más que las palabras.
Donde sentir estaba bien… siempre y cuando no se notara demasiado.

Nos enseñaron a ser fuertes, aunque no siempre supimos qué significaba eso.
Aprendimos a callar cuando había dolor.
A quedarnos quietos cuando algo nos asustaba.
A mirar los gestos y adivinar lo que nadie se atrevía a decir.

No es que nuestros padres no quisieran hablar o entender.
Es que nadie les enseñó cómo.
A ellos también les dolió crecer.
También sintieron miedo y soledad.
Pero en su época, llorar era debilidad y buscar ayuda era cosa de locos.

Así vivieron.
Y así nos criaron.

Pero ahora…
Nos toca a nosotros cambiar la historia.

Nos toca aprender a decir lo que sentimos.
A poner nombre a los miedos que antes solo se aguantaban.
A dejar de esconder la tristeza.
A reconocer que no todo lo que aprendimos nos sirve hoy.
A cuidar de nosotros sin sentir culpa.

Sanar no es culpar.
Sanar es entender.
Es mirar atrás con compasión y adelante con responsabilidad.
No para juzgar. Sino para hacerlo diferente.

Porque no podemos cambiar el pasado, pero sí podemos cambiar cómo sigue la historia.

Somos los que elegimos hacer las cosas de otra manera.
Hablar con nuestros hijos.
Escuchar sin miedo.
Poner límites con respeto.
Mostrar el amor sin esconderlo detrás de sacrificios.

Somos quienes decidimos que las heridas no se repiten.
Que el dolor no se hereda.
Que ser fuertes también es saber pedir ayuda.

Y aunque no siempre sepamos cómo… lo estamos intentando. Y eso ya es un gran comienzo.

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