Bienvenidos, soy Arturo Díaz-Ropero Briz, propietario y terapeuta en la Clínica Asenet Medicina Natural, cuya columna vertebral es el diagnóstico y tratamiento basado en la Medicina Tradicional China, una de las medicinas ancestrales de nuestra civilización, cuyos primeros textos datan entre los siglos V-III aC. Pero, ¿qué puede ofrecernos esta antiquísima tradición?, al lado de los modernos avances y descubrimientos de la Biología Molecular, Bioquímica, Fisiología, Genética, Patología, Cirugía, y por supuesto los tremendos avances tecnológicos en el ámbito de la Salud. Lo que hace tan especial a la Medicina Tradicional China es que, sin lugar a dudas, describe:
Una visión holística del organismo, como ente situado entre el “Cielo” y la “Tierra”, y por tanto sometido a los influjos de ambos. Así como las rutas de acceso y progresión de las energías patógenas externas en el organismo, causantes de un elevado porcentaje de las patologías sufridas por el Ser Humano. Todo está relacionado con todo, ningún signo es azaroso, todo síntoma expresa una valiosa información para el terapeuta dispuesto a interpretarlo. La Unidad del Ser Humano, sin división entre “Soma” y “Psique”, todo desequilibrio tendrá dos aspectos uno más físico, y otro más psíquico o emocional, todo es Uno. No hay enfermedad psíquica, mental o emocional sin alteración orgánica. La fisiología bioenergética del Ser Humano, con todo un entramado de rutas de circulación energética, así como los puntos o resonadores, en los que esta concentración energética es superior, lo que aumenta su efecto terapéutico. Un diagnóstico de gran precisión, basado en la interrogación, palpación, que describe la alteración de más de 160 síndromes o alteraciones energéticas y/o metabólicas, que constituyen la etiología de cualquier patología. Tratamientos eficaces que potencian la actividad homeostática del propio organismo, así como su capacidad de recuperación y regeneración. Por supuesto, sin efectos perjudiciales. La más absoluta personalización de los tratamientos, en función de los estados físico y anímico del paciente, de la estación, e incluso de la hora del tratamiento. Todo lo dicho puede resumirse en la célebre frase “No hay enfermedades, sino enfermos”, siempre debemos tratar a la persona, no a la enfermedad.