31/07/2024
“El trabajo corporal que realizamos en la Terapia Morfoanalítica, especialmente los trabajos en la piel: los trabajos de conciencia corporal de la piel como envoltura, el masaje sensitivo, los toques, los masajes parciales o totales, favorecen mucho el proceso de reparación. (…) En los dermatómeros de la piel están todas las zonas reflejas de los nervios espinales y al tocar la piel se produce un reequilibrio orgánico, hay un reconocimiento de la forma del cuerpo y por lo tanto también de la existencia psíquica. Sabemos por el precioso libro Yo-piel de Didier Anzieu, que la piel en las fases primarias actúa como envoltura psíquica y que, al ser cuidadosa y amorosamente tocada, va a permitir que se desarrolle el Yo, encarnado en dicho cuerpo.
Estamos ayudando al desarrollo de la persona cuando pedimos traer su conciencia hacia una parte de su cuerpo, sea a través de una conducción verbal o con el toque de nuestras manos, el masaje, los movimientos pasivos… Lo seguimos haciendo cuando le hablamos, le miramos, acompañando y ayudando a ampliar su respiración, a abrir sus bloqueos. También en el trabajo postural, en el que pedimos al paciente mucha implicación y, dada su complejidad, la utilización de todos sus sentidos, una coordinación muy fina y una profunda comunicación y compenetración paciente-terapeuta, para que pueda estar dentro de sí, en sus sensaciones internas y al mismo tiempo en contacto con los toques, la voz y la presencia del otro, su terapeuta.
(…)
En nuestro trabajo constantemente estamos preguntando al paciente por sus sensaciones internas, escuchándolas, dándoles valor. Construimos la sesión proponiendo aquellos trabajos que nos parecen más oportunos para poder recoger aquello que las sensaciones del momento presente del paciente expresan y de esta forma poder tratarlo convenientemente, con respeto, dedicación y cariño. Es una forma de ir reparando las fallas del sentimiento de sí mismo y al mismo tiempo ir construyendo y estableciendo un sentido de identidad verdadero para que esa persona pueda llegar a ser el/la que en su esencia siempre ha sido.
Para ayudar a aquellos pacientes cuya problemática fundamental gira en torno al déficit, por haber padecido grandes carencias en el inicio de la vida, y ayudarles a conectar con el yo soy y tengo el derecho de ser, no es suficiente mantener una actitud de: yo te voy a dar todo el cariño, comprensión y atención que te han faltado en tu vida, sino que hace falta ayudarle a expresar todo su sufrimiento para que pueda darse cuenta de cómo esto ha repercutido en él. Ayudar al paciente a ser consciente de cómo se ha congelado, disociado o cerrado física y emocionalmente para que, a través de la relación con su terapeuta, pueda volver a poner en juego su vida emocional y relacional y aprender a procurarse lo que necesita para ser feliz (…)
Es un privilegio saber trabajar terapéuticamente en el campo psico-corporal y poder abordar a través del cuerpo estados que por ser tan primitivos no se alcanzarían con sólo un abordaje verbal.”
Extracto de la ponencia “Somatizaciones en los momentos del cambio”, de Nereida Corvillón Guijarro, Terapeuta Morfoanalista, presentada en el III Congreso Internacional de Terapia Morfoanalítica “Los gritos del cuerpo”.