
21/05/2025
No es culpa tuya… pero sí es tu responsabilidad romper el patrón.
Muchos padres se sienten atacados cuando se habla de crianza, porque confunden responsabilidad con culpa.
El dolor no sanado de los padres se transmite a los hijos, no por maldad, sino por inconsciencia.
Tú también fuiste criado con gritos, rechazos o abandono emocional.
No se trata de culparte… se trata de no repetir.
Lo que se guarda en silencio, se hereda como grito.
Hoy, tus heridas no tratadas pueden volverse exigencias, gritos o ausencias hacia tu hijo.
Testimonio real :
"Mi mamá decía que hacía todo por mí. Pero nunca me preguntó cómo estaba.
Y cuando yo me rebelé, solo supo gritarme lo que nadie le enseñó a hablar:
‘¡Tú no sabes lo que me costó criarte!’
‘¡Yo crecí sola, sin que nadie me abrazara!’
‘¡A mí nadie me preguntó cómo me sentía, y aquí estoy!’
‘¡Todo lo que hice fue por ti, y así me pagas!’
Y entendí que su dolor hablaba más fuerte que su amor…
y que yo estaba pagando heridas que no eran mías.”
Ejemplo + ejercicio práctico:
Gritas a tu hijo por una “tontería” y luego te sientes culpable.
Típica reacción: Pides perdón, pero al otro día lo repites.
Consecuencia: El niño aprende que tus emociones son incontrolables.
Ejercicio en 3 pasos:
1. Reconócelo: “Eso que hice no estuvo bien, aunque estuviera cansado.”
2. Repara: “No es tu culpa que yo haya perdido el control.”
3. Reflexiona: ¿De dónde viene esa forma de reaccionar? ¿A quién estoy repitiendo?
Romper el patrón duele, pero seguirlo… duele más.
Consejo final:
Tu hijo no necesita que seas perfecto.
Necesita que seas consciente, presente y dispuesto a sanar con él, no a costa de él.
Tu hijo no es el problema.
Es el reflejo del dolor que tú no supiste ver en ti. Lo que no sanas, lo heredas.
Hasta que alguien decide que el dolor no será el legado.