08/12/2025
El viernes, en el taller de masaje facial en Wellness Core, La Jovellana llenó la sala de flores.
Y no eran solo flores: eran un recordatorio de que la belleza también cura.
Ahora siguen acompañándome en casa.
Y es hermoso cómo funcionan: no solo decoran, regulan.
Bajan el ritmo, invitan a respirar más lento, y crean ese entorno que el cuerpo reconoce como seguro.
Ese “ahhh” interno que no siempre sabemos explicar.
La belleza holística no es un ideal externo.
Es un lenguaje silencioso que calma el sistema nervioso, que te devuelve al presente,
que te invita a habitar tu casa —tu cuerpo— con más suavidad.
Y también despierta recuerdos bonitos:
momentos compartidos, miradas, sonrisas, la sensación de cuidado que quedó suspendida en el aire.
La memoria emocional es medicina.
A veces una textura, un aroma o un color nos devuelven a un instante donde estábamos en paz.
Estas flores, ahora en mi casa, me recuerdan el viernes:
las manos en el rostro, la respiración lenta, la belleza entendida como presencia.
Y mi cuerpo responde: se ablanda, se abre, se acomoda.
Cuando cuidamos la piel, cuidamos mucho más que la piel.
Cuidamos el sistema nervioso, el ritmo interno, la relación que tenemos con nosotras mismas.
El autocuidado, cuando nace desde dentro, deja de ser estética y se convierte en presencia.
En permiso.
En raíz.
Gracias por esta delicadeza que sigue viva.
Gracias a cada una de las mujeres que vinisteis a aprender, sentir y habitaros un poquito más.
“A veces basta una flor para que el cuerpo recuerde quién era cuando estaba en paz.”