13/11/2025
Durante siglos, el Sol fue nuestro principal aliado en la salud y la vida. Las familias se reunían al calor del fuego, las noches eran tranquilas y la oscuridad marcaba el descanso.
En el siglo XIX, el cuerpo seguía el ritmo del Sol. Las lámparas de aceite y las velas acompañaban los últimos momentos del día, sin romper el equilibrio entre luz y oscuridad.
En el siglo XX, los hospitales aún exponían a los enfermos al Sol. Sabían que la luz natural sanaba, fortalecía y devolvía la vida. Pero poco a poco, todo cambió. Sustituimos el Sol por bombillas, pantallas y techos cerrados.
Pasamos de la helioterapia a la fotodependencia artificial, la cual es fototóxica.
En el siglo XXI, vivimos bajo una nueva luz constante, fría, desincronizada, artificial.
Ya no dormimos como antes, no comemos como antes, no sanamos como antes…
La razón es clara: ya no vivimos en sintonía con la naturaleza que nos creó.
A veces tan solo hace falta una imagen para entenderlo todo, para recordar lo que éramos… y lo que estamos dejando de ser.
El ser humano moderno se alejó de la Naturaleza, se alejó de su espíritu, de su Ser, de su alma, de su Salud…Y también de lo más preciado: la longevidad, la vida misma.
¿Qué opinas de esto? Me encantará leerte.