01/10/2023
Cuando no se reponen los dientes perdidos, además de la alteración estética se producen otra serie de consecuencias. Al perder los dientes y no reponerlos se suele producir una migración de los dientes adyacentes hacia el espacio libre (especialmente los situados posteriormente) y un crecimiento o extrusión del (o de los) antagonista(s) que mordía(n) contra el extraído. El grado de desplazamiento puede variar desde muy pequeño hasta muy pronunciado.
Estos movimientos de los dientes no son en forma de traslación, sino en forma de inclinación del diente, con lo que la forma de las arcadas se modifica y con ello la eficacia masticatoria. Además, como consecuencia de ellos defectos de la intercuspidación o «engranaje» de los dientes, que pueden limitar la masticación y provocar unas dolencias de las articulaciones de la mandíbula y del cuello, que se pueden acompañar de mareos: es el llamado síndrome disfuncional (o dolor-disfunción) cráneo-mandibular o témporo-mandibular.
Además, en ocasiones puede ocurrir que el espacio estrechado no llegue a cerrarse del todo pudiendo resultar muy comprometedor a una adecuada reposición protética, tanto que a veces es imposible reponer la pérdida. De igual modo puede ocurrir que el diente de la arcada contraria ocupe parte de la altura del espacio correspondiente al diente extraído, condicionando también la restauración protética.
Otra consecuencia es un mayor riesgo de caries en los contactos de los dientes adyacentes al extraído y a su antagonista, ya que al producirse estas migraciones, los puntos de contacto entre los dientes migrados se aflojan y los alimentos tienden a penetrar y a empaquetarse entre ellos, sirviendo de alimento a los gérmenes que originan la caries.