02/07/2023
Cuando uno se encuentra en su lectura de los diferentes textos un hallazgo, que pueda tener un valor importante y novedoso, la sensación de júbilo que lo embarga debe ser similar a la del arqueólogo que separó los restos superficiales de tierra para desvelar el descubrimiento. Una vez limpiada la pieza de impurezas, se recomienda su estudio y la extracción del valor que tiene, una formalización del saber que nos aporta. En este caso para la clínica actual.
Desde aquí quiero felicitar a Javier Cepero por haber hecho saltar la liebre con la propuesta de publicar este texto en LINK! Porque de alguna manera era un texto que había sido leído y citado pero nunca publicido de manera formal.
Si el Congreso Pipol 11 ha tomado como título “La clínica y Crítica del Patriarcado” es porque se trata de un tema capital y muy actual.
En mi lectura de este texto del 89-90 Jacques Allain Miller, me gustaría detenerme justamente en la clínica y crítica del patriarcado. De la función del Padre, del legado del Padre, del Pecado del padre y de la impureza del Deseo del analista.
Para introducirlo nada mejor que citar la parte del texto correspondiente que va del análisis del sueño freudiano de “padre no ves que ardo”, que Lacan de alguna manera hace suyo, hasta el desvelamiento del pecado del padre:
“Y, al mismo tiempo, cuando Lacan va a buscar entre todos el sueño de “¿Padre, no ves que estoy ardiendo?” que resuena como una metonimia de “¿Padre, por qué me has abandonado?”. Y no se puede dejar de escuchar como una referencia a la propia situación de Lacan, expulsado de la casa del padre, cuando comienza a comentarlo, porque lo retoma dos veces, en la pág. 43, dice: “Todo aflora en este ejemplo que Freud coloca allí… nos aparta de este punto, el más fascinante, y se dedica a una discusión…”; y Lacan sigue sobre la discusión de Freud.
Es decir, nos dice a la vez que ese punto es el más fascinante y que Freud discute puntos esenciales sobre los que él mismo continúa, pero lo más fascinante permanece evitado por Freud. Y después, cuando Lacan lo retoma, nos da una cierta idea de lo que es evitado en la discusión de Freud: que Freud evita lo real en juego en ese sueño y así Lacan ilustra la repetición como desencuentro.
Pero tampoco la discusión de Lacan sobre lo que presenta como lo más fascinante evitado por Freud es la verdad de lo que hay en ese sueño. No es tampoco la discusión sobre lo real en ese sueño tal como Lacan la desarrolla diciendo que él desvela lo velado por Freud. Necesita también un desvelamiento.
Lo que hace surgir el sueño no es la de la figura del padre como el Nombre, no es la figura del padre como el significante que representa el n**o del deseo y de la ley, sino la figura del padre y de su pecado. Y en eso es al pecado de Freud a lo que Lacan se refiere. El pecado de Freud en tanto que continúa marcando el campo del psicoanálisis. Lo dice en la pág. 42, hablando del mito de Edipo: “El padre, el Nombre del Padre, sostiene la estructura del deseo junto con la de la ley, pero la herencia del padre, Kierkegaard nos la designa, es su pecado”. La herencia, recuerden la palabra mal traducida del principio que no era “dejó” sino “legó”, la herencia.
Y en la pág. 56 podemos ver a qué se refiere Lacan en lo que respecta a lo que le permitió a Freud abrir el campo del psicoanálisis, su certeza.”
¿De dónde proviene la certeza de Freud? “Proviene de que él, Freud, reconoce la ley de su propio deseo. No hubiera podido avanzar apostando a esa certeza si no lo hubiese guiado, como lo atestiguan los textos, su autoanálisis”. Y, en el párrafo siguiente: “¿y qué otra cosa es su autoanálisis sino el haber dado, genialmente, con la ley del deseo suspendido del Nombre del Padre? Freud se mueve sostenido por cierta relación con su deseo y por su acto, a saber, la constitución del psicoanálisis”. Y el autoanálisis de Freud se detuvo frente a lo que Lacan llama, en la pág. 42, una figura demasiado ideal del Padre. Y es precisamente de eso de lo que este Seminario es el cuestionamiento.
Sólo alguien que puede poner en cuestión el pecado del padre puede inventar el objeto a y puede inventar que en el psicoanálisis no se opere a partir de la posición del padre, con la que de todas maneras, siempre hay afinidades, conexiones. Pero operar desde la posición del objeto a, es operar a partir del pecado del padre. Es una manera un poco histérica de designar aquello de lo que se trata, seguramente.
Les estoy indicando lo que me parece el n**o, el secreto de este Seminario.”
¿Entonces qué diferencia hay entre analizar desde una posición idealizada del padre a operar desde la posición del objeto a, desde el pecado del padre?
Es la pregunta a la que nos lleva el texto. Una pregunta que tiene repercusiones fundamentales en la práctica. Creo que se trata de un trayecto, ¿Quién no ha llevado su práctica a cabo desde la posición del padre? Teniendo en cuenta que el Nombre del Padre es un tapón de lo que supone el agujero en la estructura. ¿Es decir, cómo hacer el trayecto desde el ideal al pecado?
Esta es la orientación que se desvela en el texto. Pasar de la lógica del todo del Padre a la del No-todo del objeto a. Del ideal al pecado.
Y siguiendo con el pecado del padre, llegamos hasta la impureza del deseo del analista, Que comparte la raíz con el pecado. Ante el deseo puro de la ciencia, con lo mortífero que conlleva, el deseo impuro y el pecado del padre que guía al psicoanálisis lacaniano.
Así lo dice Miller:
“En segundo lugar, sobre la inclusión futura del psicoanálisis en la ciencia. Creo no sólo que no hay que esperarlo sino que el problema es que el deseo que está en la raíz de la ciencia nos parece a nosotros cada vez menos y menos puro.
Es decir, que hay algo destructivo, amenazante, en él. Y ese deseo, que puede parecer puro, puro deseo de ciencia, parece ser el velo de la pulsión de muerte; y quizás el deseo impuro del análisis pueda ofrecer, quizás, espacios de refugio en el malestar en la cultura. En ese sentido es en el que Lacan utiliza también el término de Escuela, como refugio.”
Que disfruten del texto, después de más de 30 años, presenta la vigencia de las obras de arte.
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Por Jacques-Alain Miller Seminario del Campo Freudiano. Madrid. 1989-1990 Seminario de textos. Sesión de apertura (21 octubre 1989) Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis He leído muchas veces este libro, que sería deseable que todo el mundo tuviera este año. Y, en cierto sentido,...