25/04/2023
A lo largo de mi vida he tenido que recurrir a la Despedida muchas más veces de las que hubiera deseado.
Despedidas a veces necesarias, a veces por gusto, a veces obligadas y otras porque la vida o el destino me han tenido que poner "la navaja en el cuello" para dar ese paso porque ninguno de los dos queríamos decir adiós.
He tenido despedidas dulces, feas, trágicas, mágicas, indecentes, dolorosas y muy desgarradoras. Otras me han traído paz, mucha paz. Y otras un dolor tan profundo que nunca sanará.
La despedida honra o deshonra al que se despide.Es la llave que te abre realmente a la realidad, a quién era y es esa persona con la que has compartido un trozo de tu vida.
La despedida es la última carta de la baraja, ahí "no hay tutía". Ella es la encargada de quitar las máscaras, la que desnuda, la que se deja de pamplinas y te muestra a quién tienes en frente, pero DE VERDAD.
Sólo cuando llega el momento de despedirse, cuando ya todo es ceniza fría, ahí es cuando se ponen todas las cartas boca arriba, caen las caretas al suelo (si las hubiera) y se rompen (y te rompen) en mil pedazos. Y ya no hay con qué taparse, ni motivos para hacerlo.
Cualquiera puede entrar en nuestra vida (si se da las mañas), pero no cualquiera sabe salir. Y ese, al fin y al cabo, es el sabor que te quedará.
Creo que es importante saber decir adiós. Por mucho que duela, por mucho que descoloque, por mucha prisa que tengas en salir: hazlo bien.
Porque de lo contrario, tu recuerdo será un simple trozo de amargor en el alma de alguien que posiblemente te quiso de verdad.
📕post de 2019, y hoy se lo quiero regalar a una “amiga”