
18/02/2025
¿CÓMO SABER SI TENGO LA PIEL SENSIBLE?
Según Offarm, la piel sensible es la denominación de la piel que reacciona irritándose o congestionándose ante la más pequeña agresión, es decir es una piel predispuesta a reaccionar antes a estímulos externos e internos.
La piel, como el órgano más extenso del cuerpo, se encuentra en contacto con una amplia variedad de sustancias que pueden afectarla. Además, es el único órgano que está expuesto al entorno externo, lo que la convierte en particularmente susceptible a numerosas sustancias y factores.
La sensibilidad cutánea puede manifestarse en cualquier tipo de piel, ya sea grasa, seca, mixta o madura. Puede estar presente desde la infancia hasta la edad adulta y puede surgir repentinamente o intensificarse con el tiempo.
La piel sensible se caracteriza por las siguientes características:
Su epidermis es muy delgada y de aspecto delicado, a menudo de tono claro debido a la finura del estrato córneo.
Tiende a parecer frágil en su apariencia.
Es propensa a la sequedad o tiene tendencia a la falta de grasa y humedad.
A menudo muestra cuperosis debido a la reactividad de los vasos sanguíneos.
Su textura es irregular, con posibles escamas, engrosamiento leve (queratosis), y ocasionalmente erupciones.
Puede experimentar manchas, enrojecimiento, picazón, calor y tirantez.
No es propensa a la formación de comedones y pústulas.
Tiende a envejecer más rápidamente, con la aparición precoz de arrugas.
Estas características estructurales hacen que la piel sensible sea más permeable y menos capaz de protegerse contra factores irritantes y contaminantes, lo que conduce a una pérdida generalizada de humedad.
Aunque su aspecto se asemeje al de la piel seca, no se deben utilizar productos diseñados para este tipo de piel en las pieles sensibles, ya que estos suelen ser insuficientemente calmantes y pueden resultar demasiado grasos.
Los factores externos que pueden desencadenar la sensibilidad cutánea incluyen el clima, la exposición al ozono producido por la industria y los vehículos, la exposición prolongada al sol, el aire seco en entornos como aviones, y los cambios bruscos en la temperatura y la humedad.
Además, las actividades diarias, como la exposición a detergentes y productos químicos, el uso de tejidos como la lana, la dieta (alcohol y alimentos picantes), el uso de cosméticos con fragancias sintéticas y los medicamentos tópicos pueden provocar reacciones alérgicas e irritación en la piel por contacto. Así mismo, las prácticas de higiene inadecuadas, como baños con agua caliente, también pueden sensibilizar la piel de manera similar.
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