25/10/2021
Domingo 25 de octubre de 1.936, es un día festivo en La Palma del Condado, con la guerra civil española iniciada en el mes de julio, y con el recuerdo reciente de aquellos días trágicos de ese verano, “la Virgen del Valle y su Bendito Hijo sobre sus brazos”, volvieron a su pueblo, vestidos con sus mejores galas.
Después de los salvajes acontecimientos de aquellos días donde, entre otras muchas, la Imagen de la Patrona, de principios del siglo XIX, fue destruida, con gran prontitud D. Ignacio de Cepeda y Soldán, y costeada por su familia, encargó al escultor natural de Higuera de la Sierra (Huelva), D. Sebastián Santos Rojas, la nueva imagen de la Patrona. Ante la ausencia de la misma, la noche del 15 de agosto procesionó un cuadro con el retrato de Nuestra Señora del Valle, cedido por Doña Teresa García de Pichardo, y el Simpecado de la Virgen de la Rosa de Jericó. “Cuando el Rosario de Doce alcanzó la calle Virgen del Valle, la conmoción fue general. Dentro de una vivienda, sobre una cómoda y rodeada de jazmines, iluminada con dos velas, se encontraba la cabeza del Niño Jesús. Todo el pueblo desfiló ante ella, rezando e implorando clemencia por tal sacrilegio “.
Sebastián Santos Rojas (1.895 – 1.977) desde muy pequeño empezó a modelar a escondidas de sus padres, que le tenían reservada otra profesión. Estudió con el ceramista Pedro de Navia y en la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes. Dedicó gran parte de su producción escultórica a la temática mariana. Su fama, en una primera etapa, se extendió desde La Palma hasta Sevilla, como imaginero para reconstruir lo perdido en la quema de iglesias e imágenes en los sucesos de julio de 1.936.
La nueva Imagen de la Virgen del Valle, con la cabeza del Niño Jesús de la anterior, salvada por la ya mencionada vecina de la hoguera, fue realizada en Valverde, pueblo natal de la esposa de Sebastián Santos. La procesión (foto del archivo de la Hermandad) dio comienzo desde la capilla del cementerio del Pilar, donde se bendijo. La Virgen entró a hombros de autoridades, clero y pueblo, recorriendo multitud de calles y plazas, que se habían adornado para la efeméride, cantándose al final Salve Solemne.