13/01/2021
Sonia abre los ojos, para el mundo es sábado, para ella es un día como otro cualquiera. Se resiste a salir de la cama, no tiene fuerzas para empezar un nuevo día. Siente que algo más grande y fuerte que ella le ancla a la cama. Ya no tiene ilusión por las cosas, no disfruta con nada ni con nadie, por lo que cada vez su lista de actividades y quedadas son más reducidas.
Al principio su entorno la llamaba, se interesaba por cómo se encontraba, pero cada vez esas llamadas se vuelven más espaciadas en el tiempo y van más cargadas de reproches e incomprensión. “Tienes que salir”, “no haces nada por encontrarte mejor” “lo que tienes que hacer es…” y Sonia se siente culpable, muy culpable, impotente, por no poder salir de donde está, preguntándose ¿si todos lo ven tan sencillo, por qué para mi es tan complicado?, y se siente cansada, agotada… cada vez más, con la creencia de que ya nunca nada volverá a ser como antes, con la creencia de no ser válida, con la creencia de no importar a nadie.
Ha pasado tanto tiempo sin ver a la Sonia que era, que ya apenas se reconoce. Y no sabe donde buscarla porque ya nada le devuelve la imagen de esa Sonia alegre, con ilusión y ganas de comerse el mundo.
Puede que te hayas sentido identificado con algunos de los aspectos a los que se hace referencia en esta publicación; sin embargo, tampoco tenemos que olvidar que la depresión puede manifestarse en distintos grados y de maneras diversas, siendo más frecuente de lo que podemos llegar a imaginar.