
25/09/2025
Cuando alguien se la pasa peleando con su pareja, no es que “disfrute” del pleito en sí, sino que el conflicto cumple una función emocional y relacional.
🔹 1. El conflicto como forma de conexión
Hay personas que, por historia familiar, aprendieron que la forma de vincularse es a través de la tensión.
Si crecieron en un hogar donde lo “normal” era discutir, su cuerpo y mente pueden asociar la pelea con cercanía: “si no peleamos, no hay nada entre nosotros”.
🔹 2. Adicción a la intensidad
La pelea genera una descarga de adrenalina y cortisol.
Después de la pelea, muchas parejas tienen reconciliaciones intensas (incluso sexuales). Esa dinámica de tensión → reconciliación puede volverse adictiva, como un vaivén emocional del que es difícil salir.
🔹 3. Falta de recursos emocionales
Hay quienes nunca aprendieron a expresar lo que sienten de manera sana.
Entonces, la frustración, el miedo, los celos o la inseguridad se convierten en enojo y discusiones constantes.
El pleito es la única manera que conocen para “decir lo que les pasa”.
🔹 4. Conflictos proyectados
Muchas veces no es la pareja el verdadero problema, sino heridas previas: baja autoestima, heridas de la infancia, frustraciones personales.
Se proyectan en la relación: “no me siento suficiente, entonces peleo contigo porque me reflejas eso”.
🔹 5. Miedo al vacío
Para algunas personas, el silencio o la calma en la relación se siente amenazante.
El conflicto llena ese vacío y les da una sensación de movimiento, aunque sea doloroso.
👉 En resumen: no es tanto que les guste pelear, sino que no saben relacionarse de otra manera o han creado una dependencia emocional al ciclo de conflicto-reconciliación.