16/10/2025
En un mundo lleno de palabras, me quedo con los hechos. Porque hablar es fácil, prometer no cuesta nada, pero demostrar… eso sí tiene valor. Las palabras pueden sonar hermosas, pueden llenar el oído y hasta calmar por un momento, pero los hechos son los que realmente revelan las intenciones, los sentimientos y la verdad de cada persona.
Vivimos rodeados de discursos vacíos, de promesas que se las lleva el viento, de frases que suenan perfectas pero que carecen de alma. Por eso, con el tiempo uno aprende a mirar más allá de lo que se dice, y a confiar solo en lo que se demuestra. Porque el amor no se mide en mensajes bonitos, sino en presencia; la amistad no se prueba con palabras, sino con apoyo sincero; y la lealtad no se declara, se practica.
Los hechos no mienten. Hablan por sí solos. Son los gestos pequeños los que muestran quién está de verdad, quién se queda cuando todo se complica, quién no solo dice “cuenta conmigo”, sino que realmente está ahí.
Así que prefiero menos promesas y más acciones, menos palabras y más verdad. Porque los hechos son el lenguaje más honesto del corazón, y en ellos se distingue lo real de lo que solo intenta aparentar.