15/06/2024
Reflexión
En ocasiones hacemos de cosas muy pequeñas algo enorme. Nos empeñamos en creer que somos el centro del universo y que todo lo que hacemos es importante para quienes están a nuestro lado, y claro, no es así. Desde que nacemos nuestros padres y quienes más cerca están de nosotros se empeñan en que aprendamos a hablar y es lógico, necesitan saber cómo nos encontramos y si estamos bien o si necesitamos algo. Pero nadie nos enseña o da importancia a “escuchar” y a veces, es tan importante… escuchar requiere tiempo, atención y concentración. Por tanto no es fácil, requiere un esfuerzo y no implica interpretar , simplemente entender. Cúlpamos muchas veces a otros , sobre todo a quienes más queremos, de que no nos escuchan, de que no nos hacen caso, de que no les importamos…no somos capaces de comprender que no todo lo que decimos importa, que no todo es importante, que no todo interesa… nos fijamos más en los gestos, el tono, la manera e incluso el lugar donde nos cuentan algo que el mensaje que nos están intentando transmitir porque todo absolutamente todo lo interpretamos. ¡Nadie, nadie nos enseñó a escuchar! Y claro cuesta…. En el silencio las palabras cobran un mayor valor por su ausencia, tarde o temprano aparecen para quedarse y cuando lo hacen ya no se van jamás. ¿Cuanto tiempo somos capaces de guardar silencio? Cuando escuchamos nos acompaña el silencio, el único momento en el que no hacemos nada.
A veces creo que si hubiésemos aprendido a escuchar antes de hablar, habríamos entendido y comprendido que en este planeta no solo los humanos tenemos lenguaje …