22/10/2024
En el exilio en Francia por la Guerra Civil, poco antes de morir, dejó el verso que titula este post. Complemento a sus “recuerdos de un patio de Sevilla”.
Del trabajo con mayores recuerdo mucho las conversaciones que solían acabar en la infancia. Del cuidado de mi abuela (con Alzheimer), entre deambulaciones nocturnas, sus preguntas y llamadas, a veces desesperadas, por sus padres (muy común).
En Psicología se habla de la infancia de múltiples formas, desde el metafórico y de moda “niño interior” o los apegos, hasta el tradicional psicoanálisis. Según los estudios, sobrevalorando algo su importancia. Puede ser.
Más que la infancia, me interesa aquí Lo Familiar. En el final de la vida, cuando el paso de etapas y duelos hacen perder familiaridad, tiene sentido ansiarla.
Es frecuente valorar más la relación con tus padres cuando te independizas. Valorar más Andalucía cuando sales de ella.
Para Machado, lo familiar de aquel sol y cielo azul. Serrat añadiría, como yo, la costa (comparto ese “quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa”). Como en las letras de Vetusta Morla, Supersubmarina, Zoo (“se'n va el dolor amb l'olor a mar”) o el bonito homenaje de Fito en su canción Al Mar.
Lo familiar. En el Principito se habla de ‘domesticar’ como familiarizar, para afianzar relaciones. Y pasamos de los lugares a las personas. Y llegamos a la terapia, que es familiarizarnos con alguien (un encuentro humano con ciertos objetivos) mucho más que dar tips (¡qué lejos las redes de un encuentro tú a tú!).
Para mi ese último verso de Machado, ese ‘grito’ desesperado, es la vida y es la terapia. En medio del exilio, la confusión y la violencia del mundo, buscó sostenerse en lo familiar. La terapia, de forma técnica y estudiada, no deja de ser eso. Encontrar una familiaridad (vínc**o terapéutico) a veces para poder romper con otras (viejos patrones). Sin florituras, palabros, y modas, su esqueleto es ese, el de sostener nuestra vulnerabilidad en el encuentro con un otro familiar.