07/06/2022
La metáfora del bambú se usa a menudo en psicología para ilustrar que en estos tiempos de cortoplacismo (nos) exigimos resultados inmediatos. Nos falta paciencia para descubrir que, como esta planta leñosa, nuestros esfuerzos requieren tiempo y una actitud de respeto y confianza para alcanzar nuestros objetivos. El bambú emplea siete años en tejer laboriosamente su red de raíces para, en solo mes y medio, brotar exponencialmente robusto y sano hasta más de treinta metros. En nuestra biografía, algunas heridas o hábitos disfuncionales se han construido durante buena parte de nuestra historia y nos debemos el tiempo justo para reparar unas y sustituir otros. Como el bambú esta orquídea se tomó su tiempo. Durante la pandemia, la dábamos por mu**ta, pero reposó y ahorró energías para sorprendernos hace un año con estas hermosas flores. Las personas también necesitamos concedernos el espacio suficiente para prepararnos, cambiar y asegurar esos cambios. Que no veamos resultados al principio de un proceso terapéutico no significa que el trabajo no esté materializándose, cimentando transformaciones duraderas que nos proporcionarán estabilidad y seguridad. Quienes cuidáis sabéis que la inversión en pedagogía y amor a largo plazo dará sus frutos. En Anea también lo hemos ido aprendiendo con los años y por eso cuidamos el trayecto y no solo el destino.