10/10/2025
.🌿 MANIFIESTO AEN-PSM
Día Mundial de la Salud Mental · 10 de octubre de 2025
“Compartimos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental”
El 10 de octubre no es solo un día para celebrar.
Es, sobre todo, un recordatorio de la necesidad urgente de cuestionar el sistema asistencial vigente, imaginar otras formas de acompañar el sufrimiento y situarnos fuera de las lógicas del control, la medicalización, la rentabilidad y la violencia institucional.
Defender la salud mental implica también defender los derechos humanos, y exigir una transformación normativa, organizativa y cultural que haga plenamente efectiva la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por España en 2008.
Esta convención obliga a pasar de un modelo de sustitución —basado en tutelas, incapacidades e internamientos forzosos— a otro de apoyos para la toma de decisiones, vida independiente e inclusión comunitaria.
- De la conmemoración a la reflexión
Cada año se repiten palabras familiares: salud mental, bienestar, resiliencia, autocuidado.
Pero tras esos lemas amables persisten desigualdades, coerciones y exclusiones que contradicen el espíritu de los derechos humanos.
Desde la AEN-PSM queremos recuperar el sentido crítico de este día: pensar qué estamos haciendo, qué repetimos sin cuestionar y qué nuevas formas de cuidado queremos construir colectivamente.
Celebrar la “salud mental” no puede significar aceptar sin más el modelo dominante.
El sufrimiento psíquico no es un fallo individual ni una enfermedad que eliminar, sino una experiencia humana que habla de vínculos, pérdidas, desigualdades y contextos de vida.
Frente a la tendencia a normalizar el sufrimiento, queremos señalar al sistema que lo produce.
- Más no siempre significa mejor
Cada año se destinan más recursos y profesionales, pero al mismo tiempo los informes alertan del aumento de los trastornos mentales.
Más no siempre es mejor.
Quizá el problema no sea solo la falta de medios, sino la estructura misma del sistema y su forma de nombrar y tratar el sufrimiento.
Reivindicar “más” sin revisar “para qué” ni “cómo” solo perpetúa un modelo agotado.
Queremos más derechos, más dignidad, más comunidad, más sentido y más libertad, y al mismo tiempo menos coerción, menos medicalización, menos soledad y menos desigualdad social.
Defendemos una sanidad pública, universal y de calidad, sostenida por profesionales con condiciones laborales dignas, recursos suficientes y tiempo para acompañar con humanidad y eficacia.
Una sanidad pública que garantice que la atención y los derechos no sean un privilegio, sino un bien común.
Proponemos replantear el sistema desde los cimientos, apostando por una segunda reforma psiquiátrica que sustituya la coerción por confianza, la vigilancia por apoyo y el control por acompañamiento.
- Defender la dignidad en cada encuentro
El trabajo clínico y social solo tiene sentido si se sostiene sobre un principio ético básico: no dañar.
Eso implica revisar las prácticas cotidianas —contenciones, internamientos involuntarios, diagnósticos impuestos, tratamientos forzosos— y reconocer que cada vez que el poder sustituye a la escucha se comete una forma de violencia.
Cuidar no es controlar. Tratar no es imponer.
Defendemos una clínica del respeto y del consentimiento informado real, donde el síntoma sea un lenguaje, no un error; donde la relación terapéutica sea un espacio de confianza y no de sumisión.
La coerción no puede seguir normalizándose: la coerción no es cuidado.
Reclamamos unidades de puertas abiertas, planificación anticipada de decisiones, eliminación progresiva de contenciones mecánicas y sistemas de apoyo voluntarios a la capacidad jurídica.
- La salud mental es también política
El sufrimiento psíquico no surge en el vacío: está tejido con la precariedad, la pobreza, la falta de vivienda, la soledad, las violencias, el racismo, la exclusión…
Por eso, hablar de salud mental es hablar de justicia social, derechos humanos y condiciones de vida dignas.
Reclamamos políticas públicas que reconozcan los determinantes sociales del malestar, inviertan en apoyo mutuo, empleo con apoyos, prestaciones económicas dignas, cultura, educación y vivienda, y trabajen junto a las comunidades locales.
Denunciamos la situación de abandono de la sanidad penitenciaria, que vulnera sistemáticamente derechos fundamentales.
Reivindicamos una sanidad pública que proteja a quienes más lo necesitan, que no deje fuera a nadie y que no se privatice ni se fragmente bajo lógicas mercantiles.
El modelo sanitario no puede ser la única respuesta: el acompañamiento psicosocial, la intervención comunitaria y el apoyo entre iguales son parte esencial de la salud mental colectiva.
- Derechos humanos y transformación institucional
España ha asumido compromisos internacionales que exigen un cambio profundo de leyes, recursos y actitudes.
La AEN-PSM exige:
• La eliminación progresiva del artículo 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil (internamientos involuntarios).
• La prohibición definitiva de las contenciones mecánicas y el desarrollo de unidades de puertas abiertas.
• La implantación de apoyos voluntarios a la toma de decisiones en lugar de tutelas o incapacidades.
• Un Plan Estatal de Protección de Derechos de las personas con sufrimiento psíquico, con mecanismos de inspección institucional, vigilancia ética y participación obligatoria de personas con experiencia propia en todas las políticas públicas.
• La modificación de la cartera de servicios para incluir alternativas comunitarias, psicoterapia, intervención en barrio y redes de apoyo.
• Un plan integral de uso racional y ético de psicofármacos, con formación en desprescripción, información veraz sobre beneficios y riesgos, guías clínicas y estrategias de empoderamiento ciudadano.
• La evaluación de los servicios no por número de consultas o ingresos, sino por indicadores de vida digna: autonomía, vínculos y proyecto vital.
- Profesionales con conciencia y esperanza
Trabajamos en condiciones difíciles: presión asistencial, listas de espera inasumibles, déficit estructural de recursos, precariedad y fuga de profesionales del sistema público.
Todo ello amenaza la calidad asistencial y el sentido ético de nuestro trabajo.
Por eso exigimos incremento de plazas MIR, PIR, EIR y de psiquiatría infantil, así como espacios reales de formación, reflexión y supervisión.
Reclamamos una planificación estatal que refuerce el sistema público de salud mental, evitando su deterioro y privatización.
Defendemos una formación basada en derechos humanos, determinantes sociales y desmedicalización del malestar, que fomente la duda, la empatía, la escucha y la capacidad de soportar la inseguridad sin recurrir a la violencia o la sobremedicalización.
La salud mental no se protege solo con recursos, sino con pensamiento crítico, equipo y ternura institucional.
- Reivindicamos otras maneras de nombrar
Queremos recuperar un lenguaje que restituya humanidad: que hable de personas, no de diagnósticos; de relaciones, no de protocolos; de sentido, no de control.
Cambiar la pregunta de “¿qué tiene esta persona?” a “¿qué le ha pasado?” es el primer gesto de respeto y ayuda efectiva.
Cuando la etiqueta sustituye a la persona, se ejerce violencia y se cierra el diálogo.
- Compartimos vulnerabilidad
La vulnerabilidad no es una debilidad, sino una condición común que nos une.
Reconocerla nos permite acercarnos sin jerarquías, construir alianzas entre profesionales, usuarios, familiares y ciudadanía.
Defendemos una sociedad que no oculte el dolor ni lo privatice, sino que lo acoja como parte de la experiencia humana.
La verdadera salud mental no es un estado de completo bienestar, sino la capacidad de encontrar sentido incluso en medio del sufrimiento.
- Un horizonte posible
Este manifiesto no nace del pesimismo, sino de una esperanza lúcida y activa.
Creemos en la posibilidad real de una salud mental pública, ética y comunitaria, que proteja la libertad, la dignidad y la diferencia.
Sabemos que el cambio no será inmediato, pero comienza aquí: en cada gesto ético, en cada palabra que cuida, en cada profesional que decide escuchar antes que etiquetar.
Desde la AEN-PSM reafirmamos nuestro compromiso con una sanidad pública robusta, sostenida por valores de justicia, solidaridad y respeto a los derechos humanos.
Nos comprometemos a acompañar sin dañar, desmedicalizar la vida cuando proceda, recuperar la subjetividad, cuidar los vínculos y apostar por la comunidad.
Creemos que la salud mental no se decreta: se construye en las relaciones, en los cuidados compartidos y en la defensa de lo común.
Invitamos a toda la sociedad a imaginar con nosotros un futuro compartido:
donde cuidar no signifique vigilar,
donde la diferencia no se castigue,
y donde toda vida tenga un lugar desde el que ser acompañada.