07/08/2025
En el empedrado del Puente del Rey la bici se convirtió en una carraca porque se clavó un cristal en la rueda trasera así que renuncié al recorrido e inicié el regreso a pie valorando si tal vez iba yo demasiado sonriente esa mañana y esto era una advertencia. También tiene belleza ir más despacio en sentido inverso, pero sentía algo más de carga, duda y calor en esas otras circunstancias. El caso es que, a medio camino, un buen hombre que iba eficientemente rodando sobre su bici me preguntó si había tenido algún problema. Al principio le dije que tenía la rueda pinchada pero que me resignaba a volver así, de modo que estuvo a punto de seguir su ruta, sin embargo, volvió a mirarme por si las moscas y a ofrecerme ayuda y material para la reparación. ¡Y ACEPTÉ!. Raro en mí, pero esa mañana era ventana para cosas distintas y acepté que me echaran un cable. Cambiamos juntos la cámara de la rueda trasera con las manos llenas de grasa y trillones de agradecimientos por el camino. Me dijo que a él le habían ayudado varias veces con sus averías y que ya lo haría yo cuando llegara el momento y la persona necesitada. Al acabar, y aunque iba a sudar la gota gorda, retomé la idea inicial de pegarme cierta palicilla deportiva y volví aún más feliz de lo que había empezado el día, capaz de recorrer los km que hicieran falta hasta cualquier otro barrio, otras ciudades o países. Ojalá hasta otros países para ayudar por allí. Lo que hice en realidad al cabo de unas horas es ir a la consulta y tratar a mis pacientes. Y lo hice, creo, mejor que de costumbre.
El pinchazo y la ayuda probablemente sean la moraleja sencilla de mi verano 2025.
Esto va a seguir rodando.
El sábado 6 de septiembre, “la piel como no frontera”. Un taller benéfico en solidaridad con Palestina en colaboración con y
Duración de 90 minutos, vía ZOOM. Precio: 20 euros. Todo lo recaudado se donará a la UNRWA.
Inscripciones mediante pago a siguiente número de cuenta:
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