23/10/2025
Existen creencias arraigadas que a fuerza de ser repetidas, se transforman en paradigmas incuestionables, sean o no reales.
Cuando aparece una idea que cuestiona esos paradigmas, en nuestro cerebro se produce lo que se conoce como "disonancia cognitiva", el individuo evitará situaciones, informaciones y relaciones que podrían causarle malestar al cuestionar su sistema de creencias, sobre todo, cuando nos llega una información que golpea la línea de flotación de todo lo que aprendimos.
Negaremos rotundamente la veracidad de ese hecho porque aceptarlo supone asumir que nuestras creencias están asentadas sobre una realidad falsa y ahí nuestro hemisferio izquierdo, acostumbrado a la repetición y el control, hará cualquier cosa para eliminar lo que amenaza la aparente estabilidad de su "castillo de naipes".
No es nada cómodo cuestionarse las propias creencias ni los paradigmas vigentes socialmente. Se pierde gente en el camino y en ocasiones te sentirás fuera de sitio. Pero llegarás al tuyo, más alla de lo establecido como norma incuestionable.
Cuestión de elección. Yo prefiero cuestionar cualquier creencia, propia o ajena, que sienta que me aleja de la verdad. Asumo los riesgos. Pero creo que es la única forma de cambiar las cosas.
Como decía mi abuela: "no me digas las verdades que perdemos las amistades". Pero no me perderé a mi misma en un intento por encajar. ¡No soy el Tetrix! 😉🤷
Victoria Embid