29/10/2025
Si me preguntas qué le diría a mi yo de hace años, la respuesta es firme: volvería a recorrer este camino sin dudarlo.
Desde las interminables guardias hasta las largas jornadas en quirófano, cada esfuerzo fue vivido con una pasión inquebrantable. No fue sacrificio, fue la construcción de mi vocación.
Y es que la medicina es mucho más que un título. Es un compromiso con la humanidad, una forma de vida que toca el alma. Ayudar, aliviar el dolor, sostener una mano en la incertidumbre... esa conexión es la verdadera recompensa que impulsa cada día.
Si solo pudiera darle un consejo, sería sobre el tiempo en familia: es insustituible. Dedicar nuestra mejor versión a la familia no es solo una necesidad para ellos que sienten nuestra ausencia, sino una clave fundamental para nuestro propio equilibrio. Hoy sigo con el mismo entusiasmo de siempre: luchando, aprendiendo y perfeccionando cada técnica para ofrecer la mejor atención, con el mayor respeto y cercanía hacia cada persona que confía en nosotros.