20/04/2020
Hay muchas definiciones de crisis, pero una situación como la actual, la podemos definir como un acontecimiento que supone una amenaza grave para la integridad psicológica y/o física de la persona que lo sufre. A esto hay que añadirle la sensación de incertidumbre que con la que estamos empezando a vislumbrar nuestro futuro más cercano.
Las personas normalmente disponen de una gran cantidad de recursos y habilidades con lo que enfrentarse a las crisis que se encuentran en su vida. En ocasiones estos recursos se pueden ver desbordados y se ha podido observar que una intervención a tiempo puede prevenir problemas futuros en muchas personas.
Las razones para una intervención psicosocial en una crisis son varias; hay una clara relación entre un suceso traumático y una aparición de síntomas psicopatológicos en la población. La propia definición de salud de la OMS; “estado completo de bienestar físico, mental y social, no solo la ausencia de enfermedad” y por tanto hay que restablecer el bienestar de la persona en estas tres facetas. Por otra parte, algunos tipos de dolor se pueden combatir con fármacos, la culpa no.
Las respuestas de una persona a un trauma se componen de respuestas psicológicas, físicas y de adaptación a una nueva realidad. También tiene que haber un intervalo temporal que puede amortiguar el impacto de las consecuencias emocionales. En el mundo en el que vivimos actualmente, no solemos disponer de este tiempo necesario. Esto impide la consolidación en la memoria del evento traumático y aumenta el riesgo de sufrir un trastorno psicológico.
Hay que tener en cuenta que se puede reaccionar de muchas maneras a un trauma, y todas pueden ser adaptativas.
Me gustaría añadir que los cambios emocionales que se producen tras una situación traumática suelen provocar una búsqueda de explicación causal, una búsqueda de sentido y la asunción de responsabilidades. En esta búsqueda, modificar la interpretación de lo que ha sucedido es más fácil y menos costoso que cambiar las propias creencias o marcos mentales con los que vivimos, es decir, solemos cambiar la realidad de lo ocurrido para que se ajuste a lo que previamente pensamos, eliminando todo pensamiento crítico, algo que suele tener unas desastrosas consecuencias.
La culpa es una emoción muy compleja con múltiples causas, pero en la situación de la que estamos hablando, la persona que piensa, “es culpa mía” puede explicar y controlar esa situación, puede seguir pensando que el mundo es predecible y seguro, porque tiene una explicación, y puede seguir confiando en los demás y en el mundo, pero con un altísimo precio personal y emocional. Es preferible para las personas sentirnos culpables que sentirnos indefensos. Esto provoca muchos problemas psicológicos en determinados contextos.
Las consecuencias de una crisis como la actual pueden ser:
- Duelo patológico
- Trastorno de estrés postraumático (recuerdos y sueños angustiosos, malestar emocional, reacciones fisiológicas, conductas de evitación, estado permanente de alerta, irritabilidad, etc)
- Diferentes trastornos de ansiedad
- Depresión
- Adicciones
- Disfunciones sexuales
- Insomnio
- Descompensación de trastornos previos
- Modificaciones permanentes de la personalidad
- Aislamiento social
- Conductas agresivas hacia los demás o hacia uno mismo
Si tienes alguno de estos síntomas, una intervención psicológica inmediata puede prevenir o disminuir las consecuencias negativas en tu salud mental.