09/12/2025
“No le temo a la muerte porque he vivido tanto…”, nos decía al otro lado del teléfono cuando amablemente aceptó prologar nuestro libro ESPAÑA SALVAJE. LOS (OTROS) EPISODIOS NACIONALES, y durante un tiempo mantuvimos con él una relación de llamadas, ayudas y confidencias. Desolados. En el cielo de los bohemios armados, en la última supernova más allá de los confines conocidos, en la tierra, el fango, el radiante y deslumbrante sol… ahí estás. Sacudidos por tu pérdida, porque sabemos que tu partida marca el final de un modo de ver el mundo, el último de una generación de aristócratas del lodazal, valientes, tercos y peligrosos. Aún nos resuena tu voz desde México, donde estabas tocando con Ilegales. Sorprendido e indignado, con tu humor maligno cuando, aquí, en este país pusilánime, acomplejado y asediado por los lobos habíamos recibido las amenazas de los ultras por la publicación de ESPAÑA SALVAJE, y tú respondiste con tu sonrisa inmensa, la voz afilada. No te reconocías ni en aquel despropósito. Hablamos de don Ramón del Valle-Inclán y nuestra edición de “La lámpara maravillosa”, que amabas. Y nuestro Baroja, eso también. Eras un territorio limítrofe entre esos dos colosos, pero eras más. Caballero de la Muerte, como Carrere, del que también eras devoto. Los ojos relampagueantes y llenos de eterno entusiasmo. Hablando de guitarras, batallas y broncas, de poner el pecho ante las balas matadoras. De la falta de épica. Saliendo a muerte como el ángel exterminador que eras.
Gracias inmensas, Jorge!
Crecimos contigo y con “Destruye”, y por ti, último bardo, no pararemos hasta destruir lo que nos hunde como humanos.
Levantamos la copa, brindis al ocaso. Suena el rugido de la tormenta allá a lo lejos. Un rayo que no cesa. Ahí, justo ahí estás camarada.