08/08/2025
WHITE CHESTNUT: De qué se defiende el pensamiento obsesivo? ¿Cómo intervenir?
Pensar compulsivamente es
una manera de evitar sentir. De esquivar malamente el vacío, la tristeza o la pérdida. Así la mente se convierte en cortina o armadura, y justo allí aparece la función clínica de White Chestnut.
Es una esencia que ofrece alivio en períodos puntuales de congestión mental, cuando la actividad psíquica se vuelve incesante y agotadora. Pero su acción es lenta o inexistente en cuadros más estructurados, como el perfil obsesivo, donde la fijación en ciertos pensamientos no es un síntoma pasajero, sino el producto de una historia interna cuidadosamente tejida a lo largo de los años, en la que la mente fue el único refugio posible.
White Chestnut, sugiero, sea incluida en una fórmula que considere el trasfondo emocional del paciente. Por ejemplo, con Aspen si el pensamiento está cargado de un temor vago e inasible. Pine, si lo que retorna una y otra vez es un autorreproche sin fin; o Sweet Chestnut, cuando el contenido roza el umbral de la desesperación. Crab Apple resulta un buen complemento cuando la persona vive sus pensamientos como impurezas mentales, acompañados de una necesidad imperiosa de “limpiarse” por dentro. Pero, desde la perspectiva de la Terapia Floral Integrativa, no es basura a recoger, sino dolor. Y confundir una con el otro conduce a una lectura clínica tan inexacta como ineficaz.
Hablar de “limpieza mental”, “barrer pensamientos” o “sacar la basura psíquica” puede sonar operativo, pero desdibuja la verdad terapéutica del proceso. Lo que White Chestnut aquieta es una estructura defensiva que ha estado al servicio de la supervivencia psíquica. Y cuando esa estructura se suaviza, lo que emerge no es un “vacío limpio”, sino una emoción evitada: miedo, soledad, tristeza.
Y es allí donde el terapeuta floral integrativo ha de hacer su trabajo: acompañando la emergencia de lo que fue encapsulado. Nombrando lo que aparece. Sosteniendo el temblor del alma cuando la mente cede.
White Chestnut, entonces, actúa sobre el ritual de encubrimiento del sentir. Y si logramos desactivar ese ritual, si el paciente -junto al terapeuta- empieza a tolerar el silencio sin caer en el abismo, si puede escuchar lo que hay debajo del ruido, entonces algo profundo ha comenzado a transformarse.
La función de la esencia y del terapeuta es abrir un espacio seguro a lo que duele. Y desde ahí, interrogarnos para formular con mayor claridad: ¿Qué protege este carrusel que no cesa ? ¿Qué historia defiende esta repetición? ¿Qué parte de mí aún no se atreve a sentir?
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