Osvaldo González Psicólogo

Osvaldo González Psicólogo Acompañamiento emocional no sanitario a personas y parejas latinas en Madrid. Titulado en Psicología en Paraguay. Atención presencial y online.

02/11/2025

Como terapeuta, he escuchado muchas veces a personas que están atravesando un duelo contarme que alguien les dijo: “ya tenés que dejarle ir”, “ya es hora de soltarle”. Y lo repiten con culpa, como si amar después de la muerte fuera un error. Como si recordar fuera quedarse atrapado en el pasado. Pero no. No se deja de amar porque alguien murió. El amor no se apaga con la muerte, solo cambia de forma.

En nuestra cultura todavía hay muchas ideas equivocadas sobre lo que significa un duelo. Nos enseñaron que hay que ser fuertes, que no hay que llorar, que hay que seguir adelante como si nada. Pero el duelo no es algo que se supera, es algo que se atraviesa. No es un cierre, es una transformación. Con el tiempo no se trata de olvidar, sino de aprender a vivir con esa ausencia. De descubrir nuevas maneras en las que esa persona sigue estando con nosotros, aunque ya no la veamos.

Hoy, 2 de noviembre, Día de los Difuntos, recordamos a quienes se fueron, pero siguen con nosotros. Este día no es solo para pensar en la muerte, sino para reconocer la permanencia del amor. Porque ellos siguen en los gestos que repetimos, en las palabras que decimos igual, en esa canción que nos hace cerrar los ojos y volver por un instante a su abrazo. Siguen en la forma en que miramos el mundo, en las cosas que aprendimos de ellos, en la manera en que todavía nos inspiran a vivir.

El duelo no es dejar ir, es seguir caminando con lo que amamos de otra forma. Es aprender a hablarles sin escuchar respuesta, a sonreír al recordarlos, a agradecer su abrazo invisible en esos días en que necesitamos alivio. Porque recordar también es amar. Y mientras el amor siga vivo en nosotros, ellos también lo están.

Si este video te tocó, compartilo para que llegue a alguien que hoy lo necesite.
Y contame en los comentarios: ¿cómo esa persona que amás, que hoy no está, sigue estando presente en tu vida?

Hoy, 31 de octubre, quiero hablar del terror que paraguayos y españoles vivimos con Stroessner y Franco. ¿Por qué?Porque...
31/10/2025

Hoy, 31 de octubre, quiero hablar del terror que paraguayos y españoles vivimos con Stroessner y Franco. ¿Por qué?

Porque el miedo no se termina cuando mueren los tiranos. Porque el trauma colectivo se hereda en los cuerpos, en las formas de criar, en la manera en que callamos o evitamos el conflicto. Porque lo que pasó en sus dictaduras no quedó en los libros de historia: se filtró en la forma en que amamos, en cómo desconfiamos del otro, en la culpa con la que muchos todavía respiran. La salud emocional de los pueblos no se puede entender sin hablar del terror que los formó.

Yo crecí en un país donde el silencio era una forma de sobrevivir. Donde la obediencia se confundía con respeto, y la autoridad con miedo. Y hoy vivo en otro país donde ese mismo silencio —más elegante, más disimulado— sigue pesando. Stroessner y Franco no fueron solo hombres, fueron pedagogías del miedo. Dejaron generaciones enteras con miedo a pensar, a cuestionar, a sentir demasiado. Y eso se hereda. Se hereda cuando no se nombra, cuando se normaliza el abuso, cuando se repite el “no te metas”.

Por eso hablo de ellos en este día. Porque acompañar emociones también es acompañar memorias. Porque la tristeza que no entendemos, la culpa que arrastramos, el miedo a hablar, vienen muchas veces de historias que el cuerpo recuerda aunque la mente las haya olvidado. Hablar de dictaduras no es hacer política partidaria, es hacer salud mental. Es decirle al dolor histórico: te veo, te nombro y no te dejo seguir mandando en silencio, en mí ni en mi pueblo.

Y porque migrar me hizo entender que el terror no tiene bandera. Que los monstruos de Paraguay también habitan en las calles de Madrid, convirtiéndonos a nosotros, los migrantes, en enemigos. Con un nauseabundo discurso nacionalista, el mismo que usaban Stroessner y Franco.

Y justamente por eso, porque el miedo sigue mutando y buscando nuevas víctimas, necesitamos mirarlo juntos. Nombrarlo, compartirlo, para poder enfrentarlo. En este día del terror, donde tanto en Paraguay como en España los nostálgicos de las botas salen de sus tumbas, levantemos la voz por todas las personas que fueron silenciadas y digamos con claridad: dictadura, nunca más.

Diego Armando Maradona fue un ser humano horrible.Abusador y maltratador de mujeres.En este día en que se recuerda su na...
30/10/2025

Diego Armando Maradona fue un ser humano horrible.
Abusador y maltratador de mujeres.
En este día en que se recuerda su nacimiento, es urgente que como sociedad cuestionemos lo que endiosamos, lo que idolatramos. Su figura como futbolista ya no puede seguir opacando ni dejando en impunidad su conducta violenta y abusiva con las mujeres.
Latinoamérica y el mundo necesitan limpiarse la mi**da que tienen en sus manos. Esa misma mi**da con la que los hombres cubrimos las violencias, los abusos y los crímenes de otros hombres, simplemente porque son “genios”.
No hay genio, talento ni legado que exculpe a ningún hombre de su abuso o maltrato hacia una mujer.
Si queremos una sociedad donde hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y la misma dignidad, los hombres tenemos que hacernos cargo de esta impunidad histórica que construimos hacia otros hombres que violentaron y abusaron de mujeres.
Tenemos que llamar a las cosas por su nombre. Tenemos una responsabilidad ética e histórica: que haya, al menos, algún tipo de justicia para las mujeres que fueron abusadas y maltratadas por tantos hombres que el mundo convirtió en dioses.
En lo social, hay que denunciar, revisar, reescribir si hace falta la historia sobre estos hombres. En lo privado, tenemos que revisarnos a nosotros mismos.
Revisar nuestra complicidad con otros hombres que conocemos: con mi amigo que es infiel a su esposa, con mi primo que es maltratador, con mi amigo que acosa a su ex, con el compañero de trabajo que acosa a otra compañera.
Tenemos que parar esta rueda y romperla. Porque si no, va a seguir girando, aplastando a las mujeres.
Es un compromiso de todos. Compartí este carrusel para que en este día, además de quienes endiosan a Maradona, estemos los que no tenemos miedo de señalar con claridad y con firmeza:
No es ningún dios, no es ningún ídolo, Maradona es un ser humano horrible.

Migrar es una experiencia distinta para cada persona. No hay una sola forma de vivirlo. Para algunos es una aventura, un...
30/10/2025

Migrar es una experiencia distinta para cada persona. No hay una sola forma de vivirlo. Para algunos es una aventura, una oportunidad, un salto hacia lo nuevo. Para otros es una decisión forzada, una despedida, una ruptura. Y para la mayoría, es todo eso junto. Alegría y miedo. Esperanza y duelo. Comienzo y pérdida al mismo tiempo.

Cuando migramos no solo cambiamos de país, también cambiamos de idioma emocional. Todo lo que nos resultaba familiar empieza a tener otro ritmo, otra textura. Cambian las calles, los horarios, las costumbres, los gestos cotidianos. Cambia hasta la forma en la que nos presentamos ante los demás. Y en medio de tanta adaptación, muchas veces no hay espacio para detenernos a sentir lo que todo eso genera por dentro.

Porque migrar también es un proceso emocional. Es dejar atrás vínculos, proyectos, rutinas, partes de una identidad que ya no encajan. Es reconstruir desde cero en un lugar donde nadie te conoce, donde todo se aprende de nuevo. Y aunque haya ilusión y ganas, también hay cansancio, soledad y una nostalgia que a veces no se sabe nombrar.

Por eso abrí un espacio de consejería gratuito para personas latinoamericanas que viven en Madrid. Un espacio pensado para poder hablar de todo esto con alguien que también conoce lo que implica empezar de nuevo en otro país. Un encuentro confidencial, cálido y sin juicios, para hablar de tus emociones, tus relaciones, tus vínculos o tu proceso migratorio. No es una sesión de terapia, sino un espacio humano de acompañamiento, donde la palabra, la escucha y la comprensión tienen su lugar.

Cada mes reservo algunos cupos sin costo para quienes están atravesando este proceso y necesitan un espacio para ser escuchados. A veces, poner en palabras lo que sentimos ya es una forma de alivio. Otras veces, simplemente se trata de no sentirse solo mientras uno intenta adaptarse, entenderse y encontrar sentido en este nuevo suelo.

📍 Calle de Luchana 4, 2ºB – Chamberí, Madrid
Miércoles de 16:00 a 20:00 horas
📲 Agenda tu sesión por WhatsApp: 609 382 489
(Cupos limitados)

28/10/2025

La gordofobia es el rechazo, la burla o la discriminación hacia las personas por el tamaño o la forma de su cuerpo. Es una forma de violencia que humilla, excluye y duele, aunque muchos no la vean. Porque no se trata solo de chistes o comentarios “inocentes”: se trata de una cultura que castiga los cuerpos que no encajan en un molde. Que señala, se ríe, margina, y le hace creer a una persona que por no tener el cuerpo “correcto” vale menos.

En Paraguay, ese tipo de violencia se disfraza de humor. Lo vemos todos los días: hombres que se burlan de las mujeres, de su cuerpo, de su ropa, de su forma de hablar o de moverse. Y encima lo llaman “chiste”. Pero no es humor, es una maquinaria de desprecio. Un mecanismo que usa la risa para reafirmar el poder, para ridiculizar lo femenino, para recordarle a las mujeres que no pueden salirse del molde que el machismo impone.

Reírse de eso, compartirlo o quedarse callado también es violencia. Porque cuando validamos ese tipo de “humor”, estamos diciendo que humillar a una mujer es aceptable. Y así se construye una sociedad violenta, machista y misógina. Una sociedad donde se normaliza la crueldad, donde se educa a los hombres a burlarse y a las mujeres a soportar.

Y sí, para mucha gente esto puede parecer una exageración. “¿Tanto por un chiste?”, dicen. Pero no, no es una tontería. Porque estas burlas son parte del mismo sistema que termina con una mujer asesinada, con una niña abusada, con una sociedad entera que no ve el dolor que causa. La risa que ridiculiza es el primer paso del desprecio, y el desprecio es el terreno donde germina la violencia.

Por eso es urgente que lo paremos, que lo denunciemos, que lo nombremos. Si realmente queremos una sociedad paraguaya justa, tenemos que revisar estas violencias que nos parecen pequeñas pero que sostienen todo lo demás. Solo cuando hombres y mujeres tengamos la misma dignidad y los mismos derechos podremos decir que somos una sociedad diferente. Y hoy, eso todavía no pasa.

26/10/2025

En Paraguay, los hombres vemos a las mujeres como simples trofeos, pedazos de carne a nuestro alcance. Por eso, nuestro trabajo como hombres es simplemente siempre tantear. No importa si ellas quieren o no: en el trabajo, en la calle, en el bar, en los colegios, en las universidades. Los hombres paraguayos ejercemos nuestro vil arte de “tantear”; total, alguna va a caer.

Esa es la mi**da que tenemos en nuestras cabezas y en nuestros corazones. Y con esa mi**da destrozamos vidas, engañamos, mentimos, acosamos sin cansancio. Total, somos hombres, y así nomás luego somos los hombres.

Y sí, damos mucha vergüenza y asco, porque actuar de este modo es cualquier cosa menos ser hombres de verdad. Somos basura machista que, desde su inseguridad, necesita imponer su deseo, su calentura, sobre las mujeres. En serio, muchachos, damos pena. Somos tan poco hombres los paraguayos que tenemos que estar todo el tiempo haciéndonos los Don Juanes.

Ya es hora de cambiar esta mi**da de pensamiento y de actuar que tenemos. Ya hicimos demasiado daño. Podemos ser mejores que esto. Podemos empezar a ver a las mujeres como lo que son: seres humanos iguales a nosotros, no simples trofeos o territorios a conquistar.

El primer paso para cambiar es simple: dejá de ser tan calentón y de tantear, por ejemplo, a tu compañera de trabajo, esa a la que tu novia conoce. Pará de acosar a tu secretaria o a tu compañera de la facu. Pará de enviarle fueguitos a todas las mujeres que seguís en Instagram. Meté, si hace falta, tu órgano reproductor en agua fría o en el freezer, si no te aguantás la calentura. Pero pará. Por favor, pará con el “tanteo”.

Ese primer paso, el de simplemente poder parar, ya es un gran cambio. Ya es el alivio de muchas mujeres que mañana, por ejemplo, cuando vayan al trabajo, van a descansar de tu “tanteo”, y su lugar de trabajo va a dejar de ser un lugar indeseable, porque vos y tus tanteos lo convirtieron en eso.

Confío en vos, campeón. Los hombres paraguayos podemos ser mejores hombres, mejores jugadores en el amor. Incluso podemos ayudarnos entre nosotros. Si ves que tu socio ya le está acosando otra vez a tu compañera, decile: “Amigo, anína upeicha. ¿No ves que no le gusta que le andes detrás? Y vos, encima, tenés novia”.

Escribí en los comentarios lo que pensás sobre este tema y, porfa, compartí este video. Los hombres paraguayos tenemos que hablar de esto.

24/10/2025

Estamos en el año 2025, y en Paraguay todavía pasa esto.
A una adolescente no la dejaron hacer una exposición en su colegio porque fue vestida con la ropa que usan las mujeres para exponer. No estaba buscando provocar ni desafiar a nadie. Solo quiso sentirse cómoda, reconocida y coherente con lo que siente y con quien es.

Pero la llamaron, la cuestionaron y la obligaron a cambiarse para “respetar las reglas”. Lo que nadie parece entender es que no estaba intentando romper nada. Solo quería existir en paz.

Eso se llama identidad de género. Y la identidad de género no es un capricho, ni una confusión, ni una moda importada. Es algo mucho más profundo: es la forma en que una persona se percibe a sí misma y se reconoce internamente como hombre, mujer o fuera de esas categorías tradicionales. Es parte esencial de nuestra identidad humana. No se elige. Se descubre. Y vivirla con libertad es un derecho, no un privilegio.

Cuando una institución le dice a una adolescente que debe vestirse “según su s**o biológico” para poder hablar, no está educando. Está reprimiendo. Está diciendo, sin decirlo, que solo hay una forma legítima de existir. Y eso es violencia simbólica.

Lo grave es que este tipo de hechos no son solo errores morales o éticos. Son también violaciones de derechos constitucionales. Porque la Constitución paraguaya es clara: toda persona tiene derecho a construir y expresar libremente su identidad. Ese artículo no pide comprensión ni aprobación. Pide respeto.

Respetar la identidad de otra persona no te quita nada. No amenaza tus valores, ni tus creencias, ni tu fe. Solo amplía el mundo, lo hace más justo, más habitable y más humano.

Más allá de los prejuicios que cada uno pueda tener, tenemos que aprender a amar y respetar la diversidad. Porque un país que no respeta las diferencias termina hiriendo a su propia gente.
Paraguay es diverso, y tenemos que aprender a respetarlo y amarlo así.

Compartí este video y escribí en los comentarios lo que pensás sobre este tema.

23/10/2025

Los hombres de hoy somos una mi**da, es cierto. Nacimos, nos criaron y fuimos socializados en una cultura machista que nos endureció el corazón y nos quitó la humanidad. Nos enseñaron a no llorar, a no pedir ayuda, a aguantar todo, a creer que sentir era de débiles. Y así fuimos acumulando dolor, frustración, miedo y rabia, hasta convertirnos en bombas a punto de estallar.

Un hombre desconectado de lo que siente es un peligro para sí mismo y para las personas que ama. Y esto no es una metáfora. Todos los días hay hombres que matan a sus parejas, a sus hijos, y después se matan ellos. Y no porque sean monstruos, sino porque fueron formados en una lógica enferma que los obligó a reprimir lo que eran, a tragarse la tristeza, a transformarla en ira, a confundir poder con control y amor con posesión.

Nos enseñaron a ser “hombres de verdad”, pero ese modelo de hombre está podrido. Nos hizo duros, pero también vacíos. Nos hizo rudos, pero incapaces de amar sin lastimar. Y lo peor es que seguimos reproduciendo ese modelo todos los días, en la forma en que criamos, hablamos, deseamos o callamos.

Si no trabajamos el problema de raíz, esto no va a cambiar. Podemos llenar las calles de marchas y discursos, pero si nosotros no nos miramos hacia adentro, si no nos hacemos cargo, la violencia va a seguir repitiéndose.

Por eso es urgente que los hombres empecemos a hablar. A reconocer la mi**da que nos metieron en la cabeza. A ponerle nombre al daño que hacemos y lo que lo causa. A buscar ayuda, a pedir perdón, a llorar si hace falta. Porque no hay transformación posible sin incomodidad. Y es imposibles ser hombres nuevos, sin abrazar nuestra fragilidad.
Hombres nuevos: sentir, amar y transformar, ¿Te sumas?

Por favor, compartí este video, que los hombres podemos ser más humanos y menos machos.

Hay personas que no saben amar. O mejor dicho, no quieren. Porque para amar de verdad hay que verse, entregarse, ceder… ...
22/10/2025

Hay personas que no saben amar. O mejor dicho, no quieren. Porque para amar de verdad hay que verse, entregarse, ceder… y ellas solo quieren tener el control. Usan el amor como un escenario para su ego. No buscan compartir, buscan dominar. Necesitan sentirse poderosas, necesarias, admiradas. Y lo logran a través del dolor del otro.

Te clavan cuchillos invisibles. No de acero, sino de palabras, de silencios, de ausencias. Cortan despacio, sin apuro, porque saben exactamente dónde duele. Te hieren y después te curan, solo para volver a herirte. Te hacen sangrar y después te abrazan. Y en ese abrazo te confunden, te mezclan culpa con cariño, y vos terminás creyendo que el amor también es eso: sufrir y aguantar.

No quieren tu amor, quieren tu rendición. Les excita verte entregada, rota, esperando migajas. Te hacen sentir culpable de lo que ellos mismos provocan. Te manipulan hasta que dudás de vos, de tu memoria, de tu intuición. Y cuando ya estás vacía, vuelven con una caricia, con una promesa, con esa voz dulce que te hace olvidar todo por un rato.

Porque en el fondo no aman, se alimentan. Se alimentan de la atención, de la necesidad, del poder. De saber que pueden destruirte y que igual los vas a esperar. Eso es lo que los hace sentir grandes, eso es lo que confunden con amor.

Y vos ahí, intentando entender qué hiciste mal, cuando en realidad lo único que hiciste fue amar a alguien incapaz de hacerlo. Alguien que no quiere sanar, porque su identidad está hecha de lastimar.

El amor, cuando es sano, no te hace sangrar. No te humilla, no te confunde, no te obliga a pedir perdón por sentir. El amor no debería doler así.
Si estás con alguien que disfruta verte desangrar emocionalmente, no es amor, es dominio. Y no hay forma de construir nada donde el otro disfruta verte caer.

Aprendé esto: quien necesita verte herida para sentirse fuerte, no te ama. Te usa. Y nadie merece seguir sangrando por alguien que solo sabe clavar cuchillos.
Nadie merece amar sangrando.Si este texto te tocó, compartilo. Quizás alguien que todavía sangra, necesite leerlo.

16/10/2025

En Stonehenge, miles de años de historia me hicieron sentir pequeño…
pero también parte de algo más grande.

Sus piedras no hablan.
Pero si escuchás con el alma, te hacen preguntas.

Las mismas que el ser humano se hace desde siempre:
¿Quién sos?
¿De dónde venís?
¿A dónde querés ir?

Yo decidí escucharlas…
y responderlas en el idioma que me enseñó mi madre, Ña Chiquita,
que hoy me cuida desde el cielo:
nuestro hermoso idioma guaraní. 🇵🇾

Porque las preguntas más importantes de la vida
solo pueden responderse desde nuestras raíces.

Y aunque hoy esté a miles de kilómetros de la tierra donde nací,
me siento cada vez más paraguayo.
Orgulloso de serlo, sí…
pero también con heridas, y con rabia,
por el sufrimiento que le hacen pasar a nuestro pueblo
quienes gobiernan solo para sus intereses.

Pienso que si los paraguayos y las paraguayas nos detuviéramos a hacernos estas preguntas…

¿Quiénes somos?
Somos un pueblo hermoso, solidario y fuerte,
al que trataron de borrar del mapa y no pudieron.
Tenemos muchos mba’e vai también dentro nuestro,
pero son cosas que podemos trabajar.

¿De dónde venimos?
Venimos de una historia de dolores y de proezas,
de la conjunción de dos lenguas y culturas que aprendieron a hacerse una.
Somos jopara, en todos los sentidos.

¿A dónde vamos?
Tal vez sea la pregunta más difícil,
porque últimamente parecemos ir a la deriva.
Y eso duele.
Pero no pierdo la esperanza de que seamos capaces de parar un rato,
y, libres de fanatismos y prejuicios,
decidir juntos y juntas hacia dónde queremos ir como país.

Pero antes de todo eso,
cada paraguayo, cada paraguaya,
tendría que hacerse estas preguntas de manera personal.
Porque solo si somos capaces de encontrarnos a nosotros mismos,
a nosotras mismas,
podremos caminar juntos y juntas.

¿Vos te animás a hacerte estas preguntas?

Desde el machismo, los hombres hemos aprendido que amar es insistir, invadir, conquistar. Nos enseñaron que el amor se d...
16/10/2025

Desde el machismo, los hombres hemos aprendido que amar es insistir, invadir, conquistar. Nos enseñaron que el amor se demuestra no soltando, no aceptando un no, no permitiendo distancia. Nos enseñaron a confundir el deseo de cuidar con la necesidad de controlar.

Entendemos tan mal el amor que no somos capaces de respetar los espacios que a veces necesita la persona a la que decimos amar. Creemos que amar es insistir hasta convencer, quedarnos aunque el otro ya no quiera, prometer cambios para retener, hablar aunque nos hayan pedido silencio.

Algo que he visto demasiadas veces en mi consultorio es a hombres enloqueciendo cuando la mujer con la que estaban les decía: hasta acá, ya no quiero esto, necesito un tiempo. Hombres suplicando, presionando, prometiendo cualquier cosa. Hombres incapaces de aceptar que amar también es dejar ir.

Con cada intento desesperado de no soltar, confirmamos que no estamos amando, sino buscando controlar. Confirmamos que no vemos a la otra persona como un ser libre, con deseos y necesidades propias que merecen respeto.

Por eso es urgente que los hombres aprendamos a amar desde otro lugar. Amar sin poseer, sin retener, sin invadir. Amar sabiendo detenerse cuando el amor que damos empieza a dolerle al otro. Amar desde la libertad.
Porque si el amor no permite respirar, no es amor: es miedo. Y no hay mayor acto de amor que cuidar que el otro esté bien, incluso si eso implica tomar distancia.

Necesitamos hablar más de esto entre hombres. De cómo el amor también se aprende y se desaprende. De cómo nuestros miedos a la pérdida, al rechazo o a la soledad se transforman en violencia cuando no los reconocemos. Aprender a amar con libertad también es una forma de sanar. De romper con la herencia machista que nos enseñó que amar es poseer.

El amor que no aprieta, que no exige, que no controla, es el único que realmente libera. Así que por favor, no seas ese id**ta que sigue escribiendo, e insistiendo cuando te pidieron tiempo o espacio, yo también fui así de pelotudo. Y no, eso no es amor, es ego, es egoísmo de nuestra parte. Escucha y respeta lo que ella te pide, esa es una forma de demostrar que de verdad la amas.

El amor, cuando es verdadero, no nos deja igual. Nos transforma, nos confronta y también nos enseña. A veces llega para ...
13/10/2025

El amor, cuando es verdadero, no nos deja igual. Nos transforma, nos confronta y también nos enseña. A veces llega para mostrarnos que no sabíamos amar tanto, y otras para revelarnos cuánto nos cuesta hacerlo bien. Pero siempre, de un modo u otro, el amor nos hace crecer.

Crecer no significa que todo sea fácil o perfecto. Significa aprender a mirar distinto, a entender que no se trata solo de lo que sentimos, sino de lo que hacemos con lo que sentimos. Significa dejar de buscar que el otro nos complete y empezar a construir algo que nos trascienda a ambos.

Amar de verdad es aceptar que el amor también cambia de forma, como nosotros. Que pasa por etapas: la ilusión, la calma, los tropiezos, la madurez. Que hay días de brillo y otros en los que parece que se apaga un poco, pero si hay cuidado, ternura y respeto, siempre vuelve a encenderse.

El amor no es quedarse quietos. Es un proceso que se mueve, que se renueva cuando elegimos seguir creciendo juntos. Porque el amor también necesita crecer: necesita espacios nuevos, conversaciones nuevas, versiones nuevas de quienes lo habitan.

Y cuando eso pasa, entendés que lo más valioso no es tener a alguien, sino poder compartir la vida con alguien que también quiere crecer, sanar y aprender con vos. Que te acompaña en los días livianos, pero también en los pesados. Que no te salva, pero te sostiene. Que no te hace perfecto, pero te hace mejor.

Y entonces todo cobra sentido. Porque descubrís que el amor no se trata de encontrar algo valioso, sino de construir valor juntos. De mirarse y entender que, con el tiempo, el amor no solo sigue existiendo, sino que también aprende, evoluciona y se hace más humano.

Te amo amorcillo

Dirección

Calle De Luchana 4, 2° B
Madrid
28010

Horario de Apertura

Martes 14:00 - 20:00
Miércoles 14:00 - 20:00
Jueves 14:00 - 20:00
Viernes 08:00 - 20:00

Teléfono

+595985473117

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