
27/07/2025
A veces no vivimos: nos protegemos. 🛡️
Seguimos en automático, sin pausa, sin sentir.
Nuestro sistema nervioso se adaptó al peligro.
Y aunque la amenaza ya no esté, la defensa sigue activa.
Parar da miedo, porque el cuerpo ha aprendido que detenerse duele.
A veces, lo que emerge en la pausa es tan intenso, tan desconocido,
que preferimos seguir corriendo, produciendo, resolviendo…
aunque eso nos aleje de nosotras mismas.
Pero sin pausa no hay orientación. Solo repetición.
Repetimos formas de vincularnos, de funcionar, de sobrevivir.
Repetimos sin saber que estamos repitiendo.
Y sin darnos cuenta, nos alejamos de la vida que anhelamos.
Parar es el inicio del regreso.
Un regreso lento, corporal, sostenido.
Regresar a ti. A tu cuerpo. A tu historia.
Y también a tu presente, a tu capacidad de elegir diferente.
Tu cuerpo no está roto: está adaptado.
Y esas adaptaciones que hoy te desconectan de ti, antes te salvaron.
No necesitan ser eliminadas. Necesitan ser comprendidas.
La propuesta no es dejar de protegerte de golpe.
Es ofrecerle al sistema nuevas condiciones internas:
seguridad, espacio, presencia.
Porque cuando el cuerpo se siente seguro, ya no necesita defenderse todo el tiempo.
Y ahí, solo ahí, empieza la posibilidad real de habitar tu vida desde otro lugar.
Parar no es un riesgo. Es una vía biológica hacia la vida.
💬 ¿Cuándo fue la última vez que paraste de verdad?