21/12/2025
Me habéis preguntado muchísimo estos días:
“Naty, ¿de qué era el evento al que fuiste?”
“¿Qué pasó ahí?”
“¿Qué aprendiste?”
Y la verdad es que fue tanto… tan profundo y tan transformador, que recién ahora estoy terminando de bajar, ordenar e integrar toda la información. No fue solo aprender cosas nuevas, fue recordar verdades que estaban dormidas.
En ese evento se habló de espiritualidad, sí.
Pero también de la mente, de las emociones, de las relaciones, del tiempo.
De la disciplina, la constancia, la certeza.
Del liderazgo sin ego.
De negocios y dinero, pero desde un lugar muy distinto al que solemos conocer.
Cada ejercicio, cada charla, cada experiencia, estaba cuidadosamente guiada hacia una misma dirección:
no conectar con algo externo que te complete, sino volver a tu propio mundo interno, ese que tantas veces ignoramos, pero que en realidad lo sostiene todo.
Y ahí apareció uno de los mensajes más poderosos:
No estás roto.
Nunca lo estuviste.
Solo te hicieron creer que sí.
Nos educaron dentro de una mentira muy fina y peligrosa:
que no éramos suficientes,
que había que sacrificarse para merecer,
que el amor había que ganárselo,
que el valor venía de fuera,
y que si no cumplías ciertas normas… perdías algo.
Y así crecimos.
Con miedo a perder.
Con necesidad de encajar.
Con la sensación constante de que había que convertirse en “algo más” para valer.
Crecimos desconectados de nosotros mismos.
Pero la duda, el bloqueo, el “no sé qué hacer”, no son fallos.
Son puertas.
No vienen a sabotearte, vienen a invitarte a mirarte con más verdad, a dejar de pelearte contigo y a volver a habitarte.
Porque no necesitas arreglarte.
Necesitas recordarte.
Y cuando eso sucede, todo cambia:
cómo decides, cómo lideras, cómo amas, cómo creas, cómo te relacionas con el dinero y con tu propósito.
Y para cerrar, algo que también se quedó muy grabado en mí:
La boca del que te critica nunca será más grande
que la boca de quien te sostiene.
Escucha con atención a quién le das poder sobre tu historia.
No toda opinión merece un lugar en tu corazón.