
28/08/2025
Sanar no significa olvidar.
A veces creemos que es borrar, arrancar de raíz un recuerdo, un dolor o una etapa de nuestra vida. Como si el pasado dejara de existir por arte de magia. Pero la realidad psicológica es distinta: lo que vivimos forma parte de nuestra historia, de nuestra identidad y de la manera en la que miramos el mundo.
Sanar implica . Significa reconocer que aquello que nos pasó nos marcó, que dejó huellas, y que esas huellas, aunque a veces duelan, también nos hablan de quiénes somos. Es comprender que nuestra vida no está hecha sólo de momentos luminosos, sino también de experiencias difíciles que nos enseñan, nos confrontan y, en ocasiones, nos transforman.
Desde la psicología, hablamos de procesar: darle un lugar a lo vivido, entender cómo nos afecta en el presente y aprender a relacionarnos con ello de otra manera. No es negar lo ocurrido, sino permitirnos seguir caminando sin que el pasado nos paralice.
Sanar también es un acto de autoaceptación: aceptar nuestra historia con sus claroscuros, sin juzgarnos por lo que sentimos ni por lo que atravesamos. Es aprender a vivir con lo que fue, sin que defina todo lo que somos.
La vida no se trata de olvidar lo que nos hiere, sino de descubrir cómo podemos seguir adelante con ello. Y en ese camino, la resiliencia aparece, no como un olvido, sino como la capacidad de resignificar, de crecer y de abrirnos a nuevas experiencias sin negar las anteriores.
¿Qué parte de tu historia hoy estás aprendiendo a mirar de otra manera?
¡Te leemos en comentarios!