27/11/2025
ʀᴏᴍᴘᴇ ꜱɪʟᴇɴᴄɪᴏꜱ: ᴇʟ ᴅᴇꜱɢᴀꜱᴛᴇ ᴇᴍᴏᴄɪᴏɴᴀʟ ɪɴᴠɪꜱɪʙʟᴇ.
Hay un cansancio que no se quita con dormir una noche entera.
Una carga que no se ve, pero que pesa.
Un desgaste emocional que no suele contarse… y que muchas madres viven en silencio.
No es solo el agotamiento físico de las tareas diarias. Es el peso de estar disponible emocionalmente para todos, todo el tiempo.
Es esa sensación de tener que sostenerlo todo: la rutina, la logística, las emociones ajenas, los cuidados, la culpa, las dudas, las decisiones…
Es esa tensión constante de hacer malabares con mil cosas a la vez y no poder parar porque todo depende de ti.
Y no siempre se trata de falta de ayuda práctica, sino de falta de validación, de comprensión, de espacio.
Porque muchas veces, cuando una madre dice que está agotada, que ya no puede más, la respuesta es: “Pero si lo haces genial”, “Disfrútalo, que crecen rápido”, “Tú puedes con todo”.
Mensajes que, aunque bienintencionados, invalidan lo que de verdad necesita: ser escuchada sin juicio, sin exigencia, sin tener que demostrar nada.
Romper el silencio también es esto:
Decir que la maternidad puede ser preciosa, sí… pero también abrumadora.
Que hay momentos en los que una no se reconoce, en los que cuesta respirar, en los que el cuerpo pide parar.
Y que eso no te hace menos madre, sino una madre real.
Hablar del desgaste emocional no es quejarse por quejarse. Es cuidar de nuestra salud mental.
Es hacer espacio para una conversación urgente y necesaria.
Es recordar que para sostener, también hay que ser sostenidas.
💬 Si este tema te resuena, si te has sentido así alguna vez, te leo en los comentarios.