
03/12/2024
Mi camino hacia la urología: Historia de una joven aspirante
Cuando ingresé a la universidad de medicina, no tenía idea de qué especialidad elegir. El mundo de la medicina me parecía un océano inmenso, lleno de posibilidades fascinantes. Sin embargo, todo cambió en mi tercer año, cuando empezamos a estudiar urología.
Desde las primeras clases, me impactó lo multifacética que es la urología. No se trata solo del tratamiento de enfermedades del sistema urinario, sino también de cirugía, endocrinología e incluso psicología. Por primera vez, sentí que había encontrado mi lugar. Quería entender cómo procesos tan delicados en el cuerpo pueden influir tan profundamente en la calidad de vida de las personas.
Los primeros pasos
En mi quinto año, me uní al grupo de estudio de urología en el departamento de la universidad. Fue entonces cuando comprendí la importancia de tener mentores sólidos. Mi tutor, un profesor con más de 30 años de experiencia, notó mi interés y me invitó a asistir en las cirugías. Recuerdo la primera vez que estuve junto a la mesa quirúrgica: mi corazón latía con fuerza, pero mis manos se mantuvieron sorprendentemente firmes.
El desafío y la motivación
Pronto entendí que la urología no era solo técnica médica. Muchas veces, se trataba de ofrecer esperanza a los pacientes. Algunos llegaban con diagnósticos difíciles, y nuestra tarea no solo era tratarlos físicamente, sino también guiarlos emocionalmente. Esto me enseñó que ser uróloga significa ser empática, resiliente y decidida.
Hacia el futuro
Hoy, como joven aspirante en el campo de la urología, sigo enfrentándome a nuevos retos cada día. Mi sueño es especializarme en técnicas mínimamente invasivas y contribuir a la mejora de la calidad de vida de mis pacientes. Sé que el camino es largo, pero cada paso me llena de satisfacción y propósito.
La urología me ha enseñado que incluso los sistemas más pequeños del cuerpo pueden tener un impacto enorme en la vida de las personas, y estoy orgullosa de haber elegido este camino.