31/07/2025
¿Has notado lo difícil que es sentirse abrumado por la preocupación cuando estás realmente agradecido por algo en tu vida? Hay una razón: la gratitud y la ansiedad no se llevan bien. Resulta que tu cerebro no puede albergar plenamente ambas emociones al mismo tiempo. Y ahora, la ciencia lo respalda de forma contundente.
Todos experimentamos estrés y ansiedad, especialmente en un mundo que rara vez se detiene. Pero nuevas investigaciones demuestran que practicar la gratitud podría ser una de las maneras más efectivas y accesibles de recuperar un poco de paz en tu vida.
¿Por qué funciona tan bien la gratitud? Estudios de neuroimagen demuestran que practicar la gratitud activa partes del cerebro asociadas con la regulación emocional y la recompensa (Kini et al., 2016). Así, mientras que la ansiedad le dice a tu cerebro que algo anda mal, la gratitud indica que todo está bien y que estás a salvo, por ahora.
En esencia, la gratitud nos ayuda a conectar con la realidad. Nos desvía de lo que nos falta o nos da miedo y nos devuelve a lo bueno y real de nuestras vidas. Ya sea el calorcito de tu café matutino, un mensaje de un amigo o simplemente el hecho de haber superado el día, esos momentos importan.
Así que, si la ansiedad te invade, haz una pausa. Respira. Y pregúntate: ¿de qué puedo estar agradecido ahora mismo? Ese simple cambio podría ser lo más poderoso que hagas hoy.
Referencias:
Kini, P., Wong, J., McInnis, M., Gabana, N., & Brown, J. W. (2016). The effects of gratitude expression on neural activity. NeuroImage, 128, 1–10.