23/09/2025
Historias que nos cuentan y que sorprenden.
Corría el año en que todavía subíamos al monte con las vacas. Una tarde, en Somiedo, el cielo se puso negro de golpe, como si fuera de noche. Los animales se quedaron quietos, y de pronto, entre la niebla, apareció un oso enorme, plantado en medio del camino. Yo, con el corazón en la garganta, no supe si correr o rezar. Y justo cuando pensé que todo estaba perdido, el bicho se giró, se metió entre los avellanos y desapareció como un fantasma.
Desde aquel día, cada vez que sopla el aire frío del monte, me parece escuchar sus pasos… y me acuerdo de que la tierra siempre nos recuerda quién manda de verdad.
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