17/04/2017
"No intentes sacar de tu cabeza lo que no sale del corazón".
Dicen que querer olvidar es recordar para siempre y llevan toda la razón. Pretender deshacerse de nuestros sentimientos es una aventura que puede acabar en tragedia. Un suicidio emocional, una verdadera locura…
Lo cierto es que no es lo mismo intentar olvidar un pensamiento que un sentimiento o una emoción. Lo primero podemos conseguirlo, basta con habituarse a pensar en otras cosas, a imaginar o a decirnos “PARA o STOP” cuando algo acude a nuestra mente.
Sin embargo, intentar suprimir nuestras emociones y lo que estas conllevan es negarnos la realidad y no asumir los aprendizajes que se nos plantean. O sea, que intentar inhibir o deshacernos de lo que sentimos a toda costa fomenta todo aquello que pretendemos evitar.
“Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.Es tan corto el amor y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,mi alma no se contenta con haberla perdido.”
-Pablo Neruda-
Recordar aquello que nos dejó huella
La solución está en comprender para recordar sin dolor, no en intentar evitar el dolor. El corazón solo se sana cuando conseguimos guardar en la memoria los buenos momentos.
Lo que duele no es recordar esos instantes, sino la pérdida de alguien que quisimos o de un sentimiento que se esfumó y no conseguimos atrapar. La esencia del aire que respirábamos en su presencia, el olor de ese oxígeno con el que contábamos hasta el infinito una y mil veces.
Llevando a cabo el esfuerzo psicológico de entender que las personas van y vienen, nos daremos cuenta de que lo importante es lo que ha entrado dentro de nosotros, pues será lo que siempre permanezca.
Cuando somos capaces de dar ese paso alcanzamos a sentir todo aquello que ya hemos hecho nuestro, aquello que marca la diferencia, que nos devuelve a la vida y que conforma el antes y el después.
Fuente: La mente es maravillosa