15/01/2022
Hace ya casi tres días desde la agresión que ha costado heridas graves a José Piqueras y ha conmocionado a nuestro municipio por la crudeza de las imágenes difundidas.
Hemos evitado hacer declaraciones públicas en caliente, en las horas confusas, y preferido hablar una vez conocida la evolución del herido y otros datos aclaratorios sobre el móvil de esa agresión.
Otros responsables públicos han hecho declaraciones prudentes y responsables. El alcalde, como portavoz institucional, ha hecho una comunicación impecable. Eso es lo sensato. También hemos visto como otros han intentado desde el primer minuto crispar y construir un relato interesado para obtener réditos políticos o ideológicos del incidente. Convertir el shock emocional y el rechazo a esta absurda agresión en odio y crispación. Una diputada ultra aprovechó para meter el incidente en la pre-campaña electoral andaluza.
Ahora lo importante es que el herido consolide su recuperación, que la justicia haga su trabajo con rigor y que se normalice la vida de las personas afectadas.
A los que están queriendo emponzoñar la convivencia o extender un relato interesado de inseguridad ciudadana generalizada, decirles que creo que van a volver a pinchar. Aunque estas agresiones nos afectan en el ánimo, los datos son clarísimos y en Molina somos una sociedad pacífica y tolerante donde se vive con niveles bajos de delincuencia y de inseguridad. Siempre mejorables, por supuesto. La gente de aquí rechazamos la violencia, no la vamos a justificar ni normalizar. Ni siquiera como respuesta a las agresiones, más allá de lo estrictamente indispensable para detenerlas. Además tenemos la convicción de que en Molina no va a arraigar el miedo ni el odio a ningún colectivo, porque somos una sociedad muy plural, construida sobre la llegada continua de nuevas gentes desde tiempos de nuestros abuelos. Hoy menos de la mitad de los molinenses hemos nacido aquí, y uno de cada 6 lo hizo en otro país.
Ahora, en vez de promover el odio a personas por su origen, en lo que hay que emplearse es en combatir y erradicar creencias y valores arcaicos, que están culturalmente arraigados en muchas personas de aquí y extranjeras, incluso jóvenes, y que son las que dan soporte a las actitudes y comportamientos violentos intolerables que se justifican como “pasionales” o “por honor” y que están totalmente fuera de lugar en nuestros días.
No hay otro camino que promover la convivencia y la educación en valores de respeto a las personas; mostrar cero tolerancia ante cualquier agresión y actuar con empatía con quien la sufre. Eso o la barbarie.