Cristina Murciano

Cristina Murciano Espacio Holístico donde podrás disfrutar de diferentes tratamientos (Masajes, ParBiomágnetico, Tratamientos Energéticos...) Tratamientos personalizados.

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11/07/2025

En la película Avatar los Na'vi, nativos de Pandora, en lugar de decir "Te amo" solían decir "Te veo".

Ver al otro es reconocerlo como alguien muy parecido a ti, ir más allá de salir a la superficie y sumergirse en el Ser. Significa más que ver al otro físicamente. Significa ver una mirada amorosa dentro del otro, con comprensión, aceptación y conexión de nuestra vulnerabilidad, humanidad y Divinidad en común.⠀

Veo tu dolor.
Veo tus fortalezas.
Yo te veo y acepto todo lo que veo, aún lo que me desagrada, aún lo que es diferente a mis creencias.
Veo tu luz.⠀

Te veo sin juzgarte, sin culparte.
Te veo más allá de cualquier expectativa y proyección, ya que pueden dañarte y ocultar tu identidad más profunda.

Te veo en todas tus dimensiones y en la riqueza de todas tus experiencias.

Te veo, es mi forma de recibirte incondicionalmente, y al hacerlo te permito verte y recibirte como eres.⠀

Te veo, significa dejarse irradiar, sin filtros, sin máscaras y sin miedos.

Cuando digo "Te veo", es que estoy dejando de lado mi juicio, mis prejuicios para verte de verdad, enteramente, como realmente eres y te acepto exactamente como eres.⠀

Te veo porque yo también puedo verme.

Algo hermoso, entre las tribus de Sudáfrica, el saludo más común (En zulú) es Sawubona . Significa “Te veo”.

Es una forma de ver al otro, de aceptarlo como es, con sus virtudes, con su luz, y también con sus defectos.

Sawubona !!!. 🌈
Tomado de la web.

05/07/2025

El hombre que no sabe escuchar el dolor de quien ama, muchas veces tampoco ha aprendido a escuchar el suyo.

Cuando una mujer le habla con el corazón abierto, con la voz temblando pero firme, el hombre que no ha sanado sus raíces lo percibe como un ataque. No porque ella grite, sino porque él fue criado entre silencios que lo endurecieron. Para muchos hombres, la expresión emocional no fue un lenguaje seguro; fue un territorio de vergüenza, juicio o abandono. Aprendieron a reaccionar, no a recibir.

Y así, ante el llanto o el reclamo amoroso, emerge una armadura invisible: defensiva, fría, incluso cruel. No es maldad. Es una forma inconsciente de proteger una herida que ni siquiera sabe que tiene.

Desde la terapia sistémica, sabemos que el hombre que no sabe sostener la vulnerabilidad ajena probablemente tuvo que tragarse la propia desde niño. Quizá creció viendo a su madre callar, a su padre estallar, o simplemente aprendió que sentir era sinónimo de debilidad. Ese patrón no lo justifica, pero sí lo explica.

El problema no es que los hombres sientan rabia o se desconecten. El problema es que nadie les enseñó a nombrar lo que sienten sin castigar al otro. Porque detrás de cada sarcasmo, de cada evasión o desvío, suele haber un niño interno que aprendió que, si mostraba emoción, perdía poder, amor o pertenencia.

Pero hoy ya no es un niño. Y quedarse en ese modo reactivo es perpetuar un linaje de abandono emocional.

Cuando una mujer expresa su dolor y él gira la conversación hacia la culpa, no solo la lastima a ella: se aleja de sí mismo. Se niega la posibilidad de crecer, de sanar lo que sus ancestros no pudieron, de abrir una puerta distinta para su descendencia.

Este es un llamado al hombre adulto. Al que ya no quiere excusarse en su historia, sino reescribirla.
A que pueda mirar su miedo sin proyectarlo.
A que pueda escuchar sin sentirse atacado.
A que comprenda que, cuando una mujer habla desde el alma, le está entregando una oportunidad sagrada: la de ser parte de un amor más consciente.

Y si no puede con eso aún, que al menos tenga la honestidad de admitirlo. Que no destruya con cinismo lo que no sabe cuidar desde la verdad. Porque cada evasión, cada palabra hiriente, no solo deja marcas en ella… también refuerza la cárcel interna en la que él mismo vive.

Un hombre libre no es quien domina.
Es quien puede habitar su ternura sin temer perder su valor.
Es quien puede escuchar sin apagar la voz del otro.
Es quien se atreve a tocar su historia, no para justificarse, sino para no repetirla.

Y cuando lo hace, no solo sana su relación: libera a sus hijos de repetir el mismo guion.
Porque el amor, cuando es maduro, no calla el dolor… lo honra.
Y ese acto, simple pero valiente, puede transformar un linaje entero.

🙏🏼 De la web..❤️💙

05/07/2025

Hoy vamos a hablar de una relación que a menudo damos por sentada: la que tenemos con nosotr@s mism@s. Este PLAYTALKS no es sobre ‘arreglarnos’ ni sobre camb...

02/07/2025

Cuando quieres perdonar, pero el dolor permanece❤️‍🩹

A veces el corazón quiere perdonar antes que la herida haya sanado por completo. Existe un deseo genuino de soltar el resentimiento, de no llevar más ese peso en el pecho, pero el dolor persiste como una sombra que no desaparece.

Perdonar es un proceso, no una decisión instantánea. No basta solo con comprender los porqués, tampoco basta el tiempo que pasa. El dolor queda impregnado en los recuerdos, en los gestos que nos lastimaron, en aquello que nunca recibimos o que perdimos sin remedio.

Se siente una contradicción profunda: por un lado el anhelo de liberarse y por otro, la tristeza que vuelve sin aviso. Lo que sucede es que perdonar no es olvidar, es poder recordar sin que esa memoria nos atraviese. Y eso lleva tiempo, paciencia y mucho amor propio.

A veces perdonar es comprender que el dolor también es parte de la historia, que no hay atajos para la sanación. Es permitir que la herida respire y que poco a poco el corazón aprenda a vivir con lo que pasó, sin que eso le impida seguir sintiendo.

Perdonar es un viaje largo y, en ocasiones, silencioso. Un viaje donde uno quiere dejar ir, pero donde es necesario respetar también el dolor que queda hasta que se apague solo, sin presionarlo, sin negarlo, simplemente cuidándolo como quien cuida una planta que todavía necesita tiempo para florecer.❤️‍🩹🦋✍️✨ María Dolores

28/06/2025

No es obediencia. Es conexión que previene el estallido. La rebeldía en la adolescencia muchas veces nace de una reacción a la desconexión del vínculo, no de la falta de límites.
Un “sí” acompañado de estructura reduce esa reacción, porque el joven se siente escuchado, validado y contenido.
Cuando las emociones encuentran eco, no estallan. La gestión emocional necesita más guía que castigos.
Decir “sí” no significa rendirse. Significa decir: “Te escucho incluso cuando reaccionas”.
Es transformar el desafío en una oportunidad para reconectar.

🎙️ Testimonio:
"Cada vez que alzaba la voz, me decían que estaba fuera de control… hasta que mis padres cambiaron: me dijeron, ‘veo tu enojo, entiendo que te sientes así’. Ahí fue la primera vez que me escuché y empecé a calmarme."
🧩 Ejemplo real:
Valentina, 14 años, discute y levanta la voz cuando le dicen “no” de forma tajante.
Sus padres deciden cambiar ese patrón:
“Entendemos que te frustra… ¿qué parte te molesta más?”
—“Estoy cansada de que decidan todo por mí.”
—“Ok, hablemos de lo que sientes.”
No fue una pelea. Fue un momento de conexión que enfocó energía emocional, no enojo.
Valentina, comprendida, pudo calmarse y los escuchó con atención.

✍️ Ejercicio:
¿La última vez que reaccionó con rebeldía, respondiste con más reglas o con más escucha?
¿Le prestaste atención al mensaje que había detrás del grito?
¿Le ofreciste un “sí” que validara su emoción antes de corregir la acción?
Hoy, si reacciona con enojo, intenta decirle:
“Veo que estás enojado… ¿quieres hablar ahora o prefieres un tiempo para calmarte?”

✅ Consejo práctico
– No confundas rebeldía (una reacción emocional que expresa desconexión) con desobediencia (una acción que rompe un límite claro).
La desobediencia requiere límites razonables y consecuencias acordadas.
La rebeldía, en cambio, necesita primero que la escuches y valides, antes de establecer límites.
– Comienza respondiendo a la emoción: “Sé que te duele…”
– Luego guía hacia soluciones: “¿Qué te ayudaría a sentirte escuchado?”
– Después, define límites claros: “Te entiendo, pero esto no…”.
Este enfoque calma la llama emocional antes de apagarla con imposición.

❤️ El ‘sí’ que calma la rebeldía” no elimina los desacuerdos, pero permite construir puentes.
Cuando validas la emoción y orientas la acción, tu hijo no solo se tranquiliza… se conecta.
Rebeldía sin contención genera más distancia.
Un “sí con escucha” crea cercanía, respeto y madurez compartida.

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