15/05/2012
Las manos del trabajador de la industria química o del laboratorio están expuestas a los efectos de productos químicos, manipulación de material instrumental y aparatología (electricidad, presión, calor, frío), riesgos biológicos, endotoxinas, pinchazos y heridas, disolventes, quemaduras químicas (causticaciones), gestión de residuos, dermatosis y accidentes varios. Sin la prevención, las manos pueden resultar seriamente afectadas.
En una primera entrega, a finales de 2008, glosamos algunos de los riesgos químico-biológicos para las manos.
En esta segunda, nos ocupamos del resto: dilución de la capa grasa, quemadura química/causticación, sensibilización dérmica, dermatosis, manejo de residuos peligrosos. También apuntamos técnicas preventivas, sugiriendo los EPI más idóneos.
Riesgo químico y biológico
Entendemos que este concepto abarca cualquier sustancia química u organismo biológico capaz de provocar daños a la salud de los trabajadores.
Los compuestos químicos tienen un espectro de actuación amplio, desde la afectación cutánea, que es lo más inmediato y fácil de tratar por su obviedad, a la afectación sistémica, que es la más grave y peligrosa, ya que puede aparecer después de años de exposición.
Al margen de otras vías de exposición, la piel y las manos es la vía clásica de entrada de los tóxicos en el cuerpo. Una vez superada esa barrera, la toxico-cinética de las sustancias puede variar, aunque el denominador común es siempre la aparición de enfermedades relacionadas con el trabajo.
Lo mismo puede decirse para los riesgos biológicos (virus, bacterias, parásitos y sus subproductos): unas manos desprotegidas ofrecerán la puerta de entrada al resto del organismo. Si eso ocurre, el mal está hecho. Por eso siempre es más rentable, en términos económicos y humanos, prevenir que curar.
Absorción de sustancias por la piel
Tras indicar que el órgano ‘diana’ del efecto químico es la piel, consideramos interesante citar algunas de las condiciones que influyen en la absorción de sustancias por la piel. Dicha absorción depende de factores dependientes del tóxico. Así, se absorben más las sustancias liposolubles.
Muchos detergentes pueden alterar la piel y aumentar su permeabilidad a las sustancias químicas. Los ácidos y las bases pueden dar lugar a una desnaturalización y destrucción de los componentes de la piel provocando un aumento de la absorción por esta vía. Asimismo, el empleo de disolventes puede alterar la piel con el consiguiente aumento de su permeabilidad.
El área de contacto con la piel, la duración del contacto de la sustancia y la concentración de la misma determinan, obviamente, la cantidad absorbida. El aumento de la temperatura y/o la humedad ambiental, conlleva un aumento de la absorción de sustancias.
Existen otros factores físico-anatómicos que deben tenerse en cuenta a efectos de valorar la absorción dérmica: enfermedades dermatológicas (psoriasis, ictiosis, eczemas, dermatitis seborreica, etc.), quemaduras, escoriaciones, irritaciones, etc. Cuanto más desfavorables sean las condiciones, peores serán los efectos de la absorción de químicos, que vemos seguidamente.
Absorción de sustancias por la piel
Tras indicar que el órgano ‘diana’ del efecto químico es la piel, consideramos interesante citar algunas de las condiciones que influyen en la absorción de sustancias por la piel. Dicha absorción depende de factores dependientes del tóxico. Así, se absorben más las sustancias liposolubles.
Muchos detergentes pueden alterar la piel y aumentar su permeabilidad a las sustancias químicas. Los ácidos y las bases pueden dar lugar a una desnaturalización y destrucción de los componentes de la piel provocando un aumento de la absorción por esta vía. Asimismo, el empleo de disolventes puede alterar la piel con el consiguiente aumento de su permeabilidad.
El área de contacto con la piel, la duración del contacto de la sustancia y la concentración de la misma determinan, obviamente, la cantidad absorbida. El aumento de la temperatura y/o la humedad ambiental, conlleva un aumento de la absorción de sustancias.
Existen otros factores físico-anatómicos que deben tenerse en cuenta a efectos de valorar la absorción dérmica: enfermedades dermatológicas (psoriasis, ictiosis, eczemas, dermatitis seborreica, etc.), quemaduras, escoriaciones, irritaciones, etc.
Cuanto más desfavorables sean las condiciones, peores serán los efectos de la absorción de químicos, que vemos seguidamente.
Los efectos químicos sobre la piel
·Dilución de la capa grasa de la epidermis
El contacto repetido o prolongado con la piel, la seca y desengrasa, ocasionando problemas de irritación y dermatitis. Es lo que conocemos como dilución o disolución de la capa grasa de la piel. Cuando la piel se reseca pierde elasticidad, se cuartea y permite la entrada de contaminantes en el cuerpo. Los disolventes, sustancias típicas en el ámbito químico, diluyen la capa grasa de la piel. Los disolventes orgánicos se usan de forma general en diversas industrias. La mayoría de las veces, los trabajadores no se exponen a un único disolvente, sino a una mezcla y, en muchos casos, a otros compuestos. La composición de estas mezclas y la magnitud de la exposición dependen en gran medida de las condiciones de uso y los procesos laborales, que varían de un lugar a otro. Los disolventes no sólo afectan a la salud del trabajador expuesto, sino a su progenie a través de la reproducción sexual.
En la industria química y petroquímica, la lista de disolventes incluye benceno, gasolina, sulfuro de hidrógeno, tolueno, estireno, xileno. En los laboratorios, los disolventes más comunes son acetona, benceno, cloroformo, dietil-éter y fenol, que constituyen un ‘mix’ tóxico para los trabajadores del sector.
Los disolventes orgánicos son sustancias que, a temperatura ambiente, se encuentran en estado líquido. Todos ellos son tóxicos, aunque su toxicidad varía de unos productos a otros. En cualquier caso, el denominador común es que la mayor parte de los disolventes, en contacto con la piel, produce dermatitis por sensibilización o por eliminación de las grasas naturales de la epidermis. Además de la propia enfermedad que desarrollarán las manos, toda brecha en su barrera dérmica supone una puerta abierta a merced de los contaminantes.
·Quemadura química/causticación
La quemadura química es parte de una completa destrucción de las moléculas, las células o la estructura de la piel debido a un producto químico irritante o corrosivo. La importancia de la modificación de los tejidos determinará el grado de la lesión. La gravedad de la quemadura depende también del tipo de producto químico y su concentración, la temperatura del producto y el tiempo que permanece en contacto con la piel.
A diferencia de las quemaduras térmicas, el daño que sufren los tejidos en la quemadura química no se detiene hasta que se neutraliza el producto, por lo que será difícil hacer un primer pronóstico del alcance de la lesión.
En el ámbito químico, para quemarse ni tan sólo hace falta la presencia del fuego. La gasolina y otros hidrocarburos, o los disolventes, ácidos, bases y sustancias alcalinas pueden actuar como cáusticos (del latín causticare - quemar) produciendo quemaduras por contacto (quemadura química). En dichos casos hay que neutralizar la exposición retirando ropas contaminadas y lavando las áreas lesionadas con agua y jabón. En la rehabilitación de la piel tienen un papel importante el lavado con agua o suero salino (0,9%). La quemadura exige seguimiento médico ya que puede revestir mayor gravedad de la estimada en un primer diagnóstico y requerir una intervención quirúrgica reparadora, dadas las características de este tipo de lesiones. Ello es debido a que se producen reacciones locales y sistémicas que dependen de la concentración del agente, la cantidad, la duración de la exposición y el grado de penetrabilidad del compuesto.
·Sensibilización dermatológica
El deterioro de la capa grasa o la quemadura química son efectos visibles sobre los que se puede actuar con prontitud. Existen otros efectos más insidiosos, como la sensibilización dermatológica que no conviene menospreciar porque sus efectos –quizás a más largo plazo- son igualmente dramáticos.
Los aceites minerales y productos del refino del petróleo, los disolventes y un sinfín de sustancias químicas tienen capacidad para actuar como sensibilizantes dérmicos. Los sensibilizantes (alérgenos) son sustancias que se introducen en el organismo a través de la piel, produciendo una hipersensibilidad, que dependerá de factores individuales, y que puede culminar con la aparición de un eczema cutáneo denominado dermatitis alérgica de contacto. Una vez que se ha producido la sensibilización, cualquier nueva exposición a la sustancia sensibilizante provoca una reacción de defensa del cuerpo, lo que conocemos como las molestias alergias. Si éstas se centran en las manos acabarán siendo invalidantes, con lo que el afectado puede dar por concluida su actividad laboral, además de ver mermada su calidad de vida, en el mejor de los casos.
Dermatosis, primera consecuencia
La mayoría de los productos irritantes son sustancias químicas que se clasifican como irritantes inmediatos o acumulativos. Las sustancias corrosivas, como los ácidos y los álcalis fuertes, son ejemplos de los primeros, porque provocan una lesión cutánea a los pocos minutos u horas de la exposición. En cambio, los irritantes acumulativos son de naturaleza más insidiosa, y el trabajador no suele reconocerlos como agentes nocivos porque la lesión tarda en aparecer días, semanas o meses.
La seguridad, salud y la higiene de las manos no tienen alternativa, o si la tienen, ésta es más que lamentable y se manifiesta en forma de enfermedades... y su consiguiente corolario, la discapacidad. Por eso, la dermatosis no es una cuestión menor. Las dermatosis de contacto eccematosas, agudas o crónicas, son las más comunes. Pueden presentarse lesiones granulomatosas ulcerativas, neoplásicas, pigmentarias, acneiformes o foliculares, y trastornos como el síndrome de Raynaud y la urticaria de contacto. Creemos que basta con destacar aquí las más ‘benignas’ de las afecciones: dermatitis profesionales de contacto y onicomicosis, que puede conducir a una distrofia ungueal (atrofia de la uña).
La dermatitis, que es consecuencia de unas condiciones insalubres para la mano, tiene un aspecto y consecuencias desagradables. Los síntomas de la dermatitis profesional incluyen el enrojecimiento de manos y antebrazos, picor, aparición y propagación de ampollas, pudiéndose llegar al agrietado y sangrado de la piel, con el consiguiente riesgo de infecciones cutáneas.
En una mano debilitada aparecerán otras afecciones oportunistas, por ejemplo, la onicomicosis (infección fúngica de las uñas), que constituye otro problema de salud de las manos expuestas a productos químicos. En el decálogo de las manos sanas, uno de los mandatos fundamentales será combatir la onicomicosis, enfermedad que se transmite de individuo a individuo, cursa con molestias iniciales, picor y un cambio estético progresivo del estado de las uñas. Cuando la afección está avanzada, las uñas cambian ostensiblemente su aspecto y forma. La infección en la punta de los dedos puede llegar a ser dolorosa y provocar la propia caída de la uña, que antes se habrá mostrado frágil y quebradiza. La onicomicosis tiene un tratamiento complicado, largo y pesado.
Otra dolencia oportunista puede ser la paroniquia, o inflamación del pliegue ungueal. La paroniquia aguda es un trastorno supurativo agudo que requiere tratamiento antibiótico y, a veces, tratamiento quirúrgico. Prevenir o lamentar: ¿cómo abordará su cometido un trabajador que precisa destreza manual mientras experimenta una insufrible comezón en la punta de sus dedos ‘devorados’ por una agresión química que no supo frenar en su momento?
Prevención de la absorción por la vía dérmica
Ya hemos visto que el objetivo es evitar el contacto y absorción de la sustancia química por la piel. Cuando no sea posible el confinamiento de las sustancias nocivas en circuito cerrado, será imprescindible el uso de guantes, manguitos, y ropa de trabajo, impermeables a la sustancia en cuestión. Se complementará con el lavado de manos con agua y jabón de tipo neutro, así como realizar el secado de la piel con toalla o papel absorbente suave. También es recomendable el empleo de cremas de protección, ya sean activas, pasivas, con silicona o sin silicona, según convenga.
Las activas contienen sustancias quelantes como el ácido ascórbico, ácido tartárico, glicina, pirosulfato sódico, cloruro de bario, cisteína, etc., que actúan sobre la sustancia, antes de entrar en contacto con la piel. Las pasivas son las cremas ‘barrera’. Las cremas con silicona son efectivas ante aceites solubles, pero ineficaces frente a disolventes orgánicos, sustancias ácidas (ácido clorhídrico) y sustancias alcalinas (sosa cáustica y amoníaco). Finalmente, las cremas sin silicona suelen basarse en fórmulas magistrales con una acción protectora selectiva frente a productos químicos liposolubles (disolventes orgánicos) o hidrosolubles (aceites solubles y detergentes).
Protecciones personales y su selección
Los guantes son una protección insustituible en entornos de riesgo químico-biológico. Las manos son las partes más expuestas al contacto con los contaminantes, por lo que debe protegérselas utilizando siempre guantes aptos para el manejo de sustancias químicas, resistentes a la permeación por líquidos. Por razones obvias, no deben usarse guantes que incorporen un forro o muñequera de tela o que estén hechos de cuero (son hidrófilos), ya que dichos materiales absorben los pesticidas en lugar de repelerlos. Después de utilizar guantes no desechables, será necesario enjuagarlos bien con agua limpia antes de quitárselos.
La falta de rigor en este importante capítulo del manejo de sustancias químicas hará que las manos queden expuestas a sufrir irritaciones, quemaduras o úlceras. Los trabajadores expuestos no deben olvidar que las sustancias químicas no siempre causan un daño inmediato, siendo la exposición acumulativa la que causa, en muchas situaciones, daños irreversibles.
En la selección del guante no sólo se sustanciarán aspectos básicos como la talla, también deberá tenerse muy presente el tipo de sustancia. El axioma de que no existe el guante universal es inexorablemente cierto en el medio químico.
Los fabricantes somos conscientes de que la amplia variedad de sustancias químicas dificulta la elección del guante más adecuado por parte del usuario. Showa Best Glove, que ha pensado en ello a lo largo del tiempo, y pone a disposición de los usuarios (vía web y por otros medios) una base de datos de pruebas de resistencia química que incluye cientos de sustancias peligrosas. Chemrest, nombre que recibe la citada base de datos, contiene los datos-test de resistencia química de más de 400 productos químicos obtenidos con pruebas de más de 30 tipos de guantes.
Esta base de datos tiene la característica única de mostrar la información de resistencia química para más de un nivel de exposición. Por un lado, el nivel ASTM F739 (permeación de una exposición severa), y ASTM F1383 (permeación por una exposición intermitente). Los datos de prueba están jerarquizados en orden de preferencia del mejor al peor a partir del sistema de jerarquización de la norma EN 374 (Guantes de Protección contra productos químicos y micro-organismos). El ranking se basa en el tiempo de penetración. La información de permeación se ha normalizado sobre la base de 0,1 micro-gramos por centímetro cuadrado y por minuto, valores que son 10 veces inferiores a los que exige la norma EN 374.
Es obvio que, gracias a la información, puede seleccionarse el tipo de guante necesario para el desempeño seguro de cualquier aplicación con riesgo químico. puedes encontrar mas informacion en:www.proteccion-laboral.com