Protesur 2005,S.A.

Protesur 2005,S.A. distribuidores de material de proteccion laboral(epis) con experiencia de mas de 15 años.distribuidor oficial para murcia y provincia de paredes-tomas bodero.

somos distribuidores a nivel nacional de todo tipo de material de proteccion laboral.somos asesores en prevencion de riesgos laborales y tenemos consultorio medico para consultar cualquier tipo de alergia o dolencia surgida en el diad a dia laboral.creamos packing list y disponemos de mas de 800 metros de instalaciones.

21/06/2012

La exposición a agentes biológicos de transmisión sanguínea es uno de los principales riesgos laborales que existen.

21/06/2012

Existen un montón de públicos “dispersos”. Nos referimos a personas que en su trabajo pasan muchas horas de pie (en el colegio, en el hospital, en la peluquería, en…), a personas que caminan a diario para hacer ejercicio; e, incluso, a personas que cuando salen su principal prioridad es estar cómoda...

21/06/2012

Otra de andamios...

GUANTE ANTICORTE ALIMENTARIO FIBRA DYNEMMAAprovechando la incorporación doble por parte de nuestros clientes CASH EUROPA...
21/06/2012

GUANTE ANTICORTE ALIMENTARIO FIBRA DYNEMMA
Aprovechando la incorporación doble por parte de nuestros clientes CASH EUROPA y de nuestros proveedores POLYCO GLOVES.os presentamos uno de los guantes estrella para la manipulación de productos alimentarios asociados al corte en tipo de ambientes como charcuterías, pescaderías, salas de despiece y grandes superficies, el modelo BLADESSHADES 5X5.
Puedes encontrar información extra en:

http://www.tienda.protesur.com/guantes/219-guante-anticorte-alimentario.html

Chaleco laboral con airbag para proteger de las caídas:María Moreno, alumna de la Universidad de Huelva, ha patentado un...
21/06/2012

Chaleco laboral con airbag para proteger de las caídas:

María Moreno, alumna de la Universidad de Huelva, ha patentado un chaleco inteligente, hinchable, que protegerá de riesgos a los operarios que trabajan suspendidos y que pueden sufrir caídas o golpes con objetos.
La actual normativa sobre Prevención de Riesgos Laborales obliga, entre otras cosas, a llevar un arnés de seguridad cuando se realizan trabajos de altura. De manera que, cuando un operario cae, el arnés lo protege del golpe contra el suelo dejándolo en suspensión, pero no evita el peligro de que la caída y el vaivén den lugar a fuertes golpes con obstáculos móviles o fijos. El chaleco pretende proteger el cuerpo de estos golpes mediante un sistema de hinchado automático que actúa como lo hace un airbag.
María Moreno propone un equipo de protección compuesto por un chaleco hinchable, un pulsómetro, una centralita y unas plantillas. Cuando el operario está en suspensión tras una caída, la centralita recibe por vía inalámbrica una alerta. Automáticamente el chaleco se hincha con gas para proteger el tórax y la zona vertebral. La prenda lleva incorporado el cartucho de gas y la centralita, contando en su zona posterior con expansiones extremas de protección de las zonas del cóccix y lumbar de la columna, dejando plenamente libres las extremidades del operario, tanto las superiores como las inferiores, para que pueda realizar su trabajo de forma cómoda. En su funcionamiento, se estudia la información procedente de dos sensores de presión instalados en dos plantillas, uno en el talón y otro en el metatarsiano, porque son los dos puntos que mayor presión generan en posturas estáticas y dinámicas. Si se trata de una caída, la presión sobre los sensores será mínima, quedará sujeta dentro de unos valores preestablecidos y calculados, de forma que con ambas alarmas pitando, la centralita envía la información y el chaleco se hincha. En caso contrario, es decir, sin ambas alarmas a la vez, el chaleco no se hincha, dado que pueden darse situaciones que activen una de las alarmas, por ejemplo correr o sentarse con los pies en alto, pero no las dos simultáneamente.
Según la inventora, el chaleco se ha diseñado ergonómicamente para que se adapte a la indumentaria del trabajador, además es ligero y versátil. Par una mayor protección, incorporará también bandas reflectantes. En estos momentos se están ultimando detalles con relación al lanzamiento del nuevo chaleco airbag al mercado.
puedes conocer nuestros productos de altura en:
http://www.tienda.protesur.com/5-anticaidas-y-cabeza
www.proteccion-laboral.com

CALZADO DE SEGURIDAD EN MURCIA (PAREDES)El calzado de seguridad es aquel que incorpora elementos para proteger al usuari...
28/05/2012

CALZADO DE SEGURIDAD EN MURCIA (PAREDES)
El calzado de seguridad es aquel que incorpora elementos para proteger al usuario de lesiones que puedan ocasionar los accidentes, con topes de seguridad para el impacto con un nivel de energía de al menos 200 j. y frente a la compresión para una carga de 15 Kn.
Hoy vamos a empezar a ilustraros sobre las características técnicas del calzado de seguridad. Empezaremos por su simbología:
• P..resistencia a la perforación.
• C..calzado conductor.
• A..calzado antiestático.
• I..calzado aislante (solo calzado clase II).
• HI..aislamiento frente al calor.
• CI..aislamiento contra el frio.
• E..absorción de energía en el tacón.
• WR..resistencia al agua.
• M..protección al metatarso.
• AN..protección del tobillo.
• WRU..resistencia a la absorción y penetración de agua.
• CR..resistencia al corte.
• HRO..suela resistente al calor.
Todo ello acompañado de la normativa UNE-ENISO 2035:2005.
Si quieres conocer los modelos derivados de estas características de nuestro principal proveedor PAREDES SEGURIDAD, visita nuestro enlace:
http://www.tienda.protesur.com/6-calzado
seguiremos en breve….

Las manos del trabajador de la industria química o del laboratorio están expuestas a los efectos de productos químicos, ...
15/05/2012

Las manos del trabajador de la industria química o del laboratorio están expuestas a los efectos de productos químicos, manipulación de material instrumental y aparatología (electricidad, presión, calor, frío), riesgos biológicos, endotoxinas, pinchazos y heridas, disolventes, quemaduras químicas (causticaciones), gestión de residuos, dermatosis y accidentes varios. Sin la prevención, las manos pueden resultar seriamente afectadas.
En una primera entrega, a finales de 2008, glosamos algunos de los riesgos químico-biológicos para las manos.
En esta segunda, nos ocupamos del resto: dilución de la capa grasa, quemadura química/causticación, sensibilización dérmica, dermatosis, manejo de residuos peligrosos. También apuntamos técnicas preventivas, sugiriendo los EPI más idóneos.

Riesgo químico y biológico
Entendemos que este concepto abarca cualquier sustancia química u organismo biológico capaz de provocar daños a la salud de los trabajadores.
Los compuestos químicos tienen un espectro de actuación amplio, desde la afectación cutánea, que es lo más inmediato y fácil de tratar por su obviedad, a la afectación sistémica, que es la más grave y peligrosa, ya que puede aparecer después de años de exposición.
Al margen de otras vías de exposición, la piel y las manos es la vía clásica de entrada de los tóxicos en el cuerpo. Una vez superada esa barrera, la toxico-cinética de las sustancias puede variar, aunque el denominador común es siempre la aparición de enfermedades relacionadas con el trabajo.
Lo mismo puede decirse para los riesgos biológicos (virus, bacterias, parásitos y sus subproductos): unas manos desprotegidas ofrecerán la puerta de entrada al resto del organismo. Si eso ocurre, el mal está hecho. Por eso siempre es más rentable, en términos económicos y humanos, prevenir que curar.


Absorción de sustancias por la piel
Tras indicar que el órgano ‘diana’ del efecto químico es la piel, consideramos interesante citar algunas de las condiciones que influyen en la absorción de sustancias por la piel. Dicha absorción depende de factores dependientes del tóxico. Así, se absorben más las sustancias liposolubles.
Muchos detergentes pueden alterar la piel y aumentar su permeabilidad a las sustancias químicas. Los ácidos y las bases pueden dar lugar a una desnaturalización y destrucción de los componentes de la piel provocando un aumento de la absorción por esta vía. Asimismo, el empleo de disolventes puede alterar la piel con el consiguiente aumento de su permeabilidad.
El área de contacto con la piel, la duración del contacto de la sustancia y la concentración de la misma determinan, obviamente, la cantidad absorbida. El aumento de la temperatura y/o la humedad ambiental, conlleva un aumento de la absorción de sustancias.
Existen otros factores físico-anatómicos que deben tenerse en cuenta a efectos de valorar la absorción dérmica: enfermedades dermatológicas (psoriasis, ictiosis, eczemas, dermatitis seborreica, etc.), quemaduras, escoriaciones, irritaciones, etc. Cuanto más desfavorables sean las condiciones, peores serán los efectos de la absorción de químicos, que vemos seguidamente.
Absorción de sustancias por la piel
Tras indicar que el órgano ‘diana’ del efecto químico es la piel, consideramos interesante citar algunas de las condiciones que influyen en la absorción de sustancias por la piel. Dicha absorción depende de factores dependientes del tóxico. Así, se absorben más las sustancias liposolubles.
Muchos detergentes pueden alterar la piel y aumentar su permeabilidad a las sustancias químicas. Los ácidos y las bases pueden dar lugar a una desnaturalización y destrucción de los componentes de la piel provocando un aumento de la absorción por esta vía. Asimismo, el empleo de disolventes puede alterar la piel con el consiguiente aumento de su permeabilidad.
El área de contacto con la piel, la duración del contacto de la sustancia y la concentración de la misma determinan, obviamente, la cantidad absorbida. El aumento de la temperatura y/o la humedad ambiental, conlleva un aumento de la absorción de sustancias.
Existen otros factores físico-anatómicos que deben tenerse en cuenta a efectos de valorar la absorción dérmica: enfermedades dermatológicas (psoriasis, ictiosis, eczemas, dermatitis seborreica, etc.), quemaduras, escoriaciones, irritaciones, etc.
Cuanto más desfavorables sean las condiciones, peores serán los efectos de la absorción de químicos, que vemos seguidamente.



Los efectos químicos sobre la piel
·Dilución de la capa grasa de la epidermis
El contacto repetido o prolongado con la piel, la seca y desengrasa, ocasionando problemas de irritación y dermatitis. Es lo que conocemos como dilución o disolución de la capa grasa de la piel. Cuando la piel se reseca pierde elasticidad, se cuartea y permite la entrada de contaminantes en el cuerpo. Los disolventes, sustancias típicas en el ámbito químico, diluyen la capa grasa de la piel. Los disolventes orgánicos se usan de forma general en diversas industrias. La mayoría de las veces, los trabajadores no se exponen a un único disolvente, sino a una mezcla y, en muchos casos, a otros compuestos. La composición de estas mezclas y la magnitud de la exposición dependen en gran medida de las condiciones de uso y los procesos laborales, que varían de un lugar a otro. Los disolventes no sólo afectan a la salud del trabajador expuesto, sino a su progenie a través de la reproducción sexual.
En la industria química y petroquímica, la lista de disolventes incluye benceno, gasolina, sulfuro de hidrógeno, tolueno, estireno, xileno. En los laboratorios, los disolventes más comunes son acetona, benceno, cloroformo, dietil-éter y fenol, que constituyen un ‘mix’ tóxico para los trabajadores del sector.
Los disolventes orgánicos son sustancias que, a temperatura ambiente, se encuentran en estado líquido. Todos ellos son tóxicos, aunque su toxicidad varía de unos productos a otros. En cualquier caso, el denominador común es que la mayor parte de los disolventes, en contacto con la piel, produce dermatitis por sensibilización o por eliminación de las grasas naturales de la epidermis. Además de la propia enfermedad que desarrollarán las manos, toda brecha en su barrera dérmica supone una puerta abierta a merced de los contaminantes.




·Quemadura química/causticación
La quemadura química es parte de una completa destrucción de las moléculas, las células o la estructura de la piel debido a un producto químico irritante o corrosivo. La importancia de la modificación de los tejidos determinará el grado de la lesión. La gravedad de la quemadura depende también del tipo de producto químico y su concentración, la temperatura del producto y el tiempo que permanece en contacto con la piel.
A diferencia de las quemaduras térmicas, el daño que sufren los tejidos en la quemadura química no se detiene hasta que se neutraliza el producto, por lo que será difícil hacer un primer pronóstico del alcance de la lesión.
En el ámbito químico, para quemarse ni tan sólo hace falta la presencia del fuego. La gasolina y otros hidrocarburos, o los disolventes, ácidos, bases y sustancias alcalinas pueden actuar como cáusticos (del latín causticare - quemar) produciendo quemaduras por contacto (quemadura química). En dichos casos hay que neutralizar la exposición retirando ropas contaminadas y lavando las áreas lesionadas con agua y jabón. En la rehabilitación de la piel tienen un papel importante el lavado con agua o suero salino (0,9%). La quemadura exige seguimiento médico ya que puede revestir mayor gravedad de la estimada en un primer diagnóstico y requerir una intervención quirúrgica reparadora, dadas las características de este tipo de lesiones. Ello es debido a que se producen reacciones locales y sistémicas que dependen de la concentración del agente, la cantidad, la duración de la exposición y el grado de penetrabilidad del compuesto.

·Sensibilización dermatológica
El deterioro de la capa grasa o la quemadura química son efectos visibles sobre los que se puede actuar con prontitud. Existen otros efectos más insidiosos, como la sensibilización dermatológica que no conviene menospreciar porque sus efectos –quizás a más largo plazo- son igualmente dramáticos.
Los aceites minerales y productos del refino del petróleo, los disolventes y un sinfín de sustancias químicas tienen capacidad para actuar como sensibilizantes dérmicos. Los sensibilizantes (alérgenos) son sustancias que se introducen en el organismo a través de la piel, produciendo una hipersensibilidad, que dependerá de factores individuales, y que puede culminar con la aparición de un eczema cutáneo denominado dermatitis alérgica de contacto. Una vez que se ha producido la sensibilización, cualquier nueva exposición a la sustancia sensibilizante provoca una reacción de defensa del cuerpo, lo que conocemos como las molestias alergias. Si éstas se centran en las manos acabarán siendo invalidantes, con lo que el afectado puede dar por concluida su actividad laboral, además de ver mermada su calidad de vida, en el mejor de los casos.

Dermatosis, primera consecuencia
La mayoría de los productos irritantes son sustancias químicas que se clasifican como irritantes inmediatos o acumulativos. Las sustancias corrosivas, como los ácidos y los álcalis fuertes, son ejemplos de los primeros, porque provocan una lesión cutánea a los pocos minutos u horas de la exposición. En cambio, los irritantes acumulativos son de naturaleza más insidiosa, y el trabajador no suele reconocerlos como agentes nocivos porque la lesión tarda en aparecer días, semanas o meses.
La seguridad, salud y la higiene de las manos no tienen alternativa, o si la tienen, ésta es más que lamentable y se manifiesta en forma de enfermedades... y su consiguiente corolario, la discapacidad. Por eso, la dermatosis no es una cuestión menor. Las dermatosis de contacto eccematosas, agudas o crónicas, son las más comunes. Pueden presentarse lesiones granulomatosas ulcerativas, neoplásicas, pigmentarias, acneiformes o foliculares, y trastornos como el síndrome de Raynaud y la urticaria de contacto. Creemos que basta con destacar aquí las más ‘benignas’ de las afecciones: dermatitis profesionales de contacto y onicomicosis, que puede conducir a una distrofia ungueal (atrofia de la uña).
La dermatitis, que es consecuencia de unas condiciones insalubres para la mano, tiene un aspecto y consecuencias desagradables. Los síntomas de la dermatitis profesional incluyen el enrojecimiento de manos y antebrazos, picor, aparición y propagación de ampollas, pudiéndose llegar al agrietado y sangrado de la piel, con el consiguiente riesgo de infecciones cutáneas.
En una mano debilitada aparecerán otras afecciones oportunistas, por ejemplo, la onicomicosis (infección fúngica de las uñas), que constituye otro problema de salud de las manos expuestas a productos químicos. En el decálogo de las manos sanas, uno de los mandatos fundamentales será combatir la onicomicosis, enfermedad que se transmite de individuo a individuo, cursa con molestias iniciales, picor y un cambio estético progresivo del estado de las uñas. Cuando la afección está avanzada, las uñas cambian ostensiblemente su aspecto y forma. La infección en la punta de los dedos puede llegar a ser dolorosa y provocar la propia caída de la uña, que antes se habrá mostrado frágil y quebradiza. La onicomicosis tiene un tratamiento complicado, largo y pesado.
Otra dolencia oportunista puede ser la paroniquia, o inflamación del pliegue ungueal. La paroniquia aguda es un trastorno supurativo agudo que requiere tratamiento antibiótico y, a veces, tratamiento quirúrgico. Prevenir o lamentar: ¿cómo abordará su cometido un trabajador que precisa destreza manual mientras experimenta una insufrible comezón en la punta de sus dedos ‘devorados’ por una agresión química que no supo frenar en su momento?


Prevención de la absorción por la vía dérmica
Ya hemos visto que el objetivo es evitar el contacto y absorción de la sustancia química por la piel. Cuando no sea posible el confinamiento de las sustancias nocivas en circuito cerrado, será imprescindible el uso de guantes, manguitos, y ropa de trabajo, impermeables a la sustancia en cuestión. Se complementará con el lavado de manos con agua y jabón de tipo neutro, así como realizar el secado de la piel con toalla o papel absorbente suave. También es recomendable el empleo de cremas de protección, ya sean activas, pasivas, con silicona o sin silicona, según convenga.
Las activas contienen sustancias quelantes como el ácido ascórbico, ácido tartárico, glicina, pirosulfato sódico, cloruro de bario, cisteína, etc., que actúan sobre la sustancia, antes de entrar en contacto con la piel. Las pasivas son las cremas ‘barrera’. Las cremas con silicona son efectivas ante aceites solubles, pero ineficaces frente a disolventes orgánicos, sustancias ácidas (ácido clorhídrico) y sustancias alcalinas (sosa cáustica y amoníaco). Finalmente, las cremas sin silicona suelen basarse en fórmulas magistrales con una acción protectora selectiva frente a productos químicos liposolubles (disolventes orgánicos) o hidrosolubles (aceites solubles y detergentes).

Protecciones personales y su selección
Los guantes son una protección insustituible en entornos de riesgo químico-biológico. Las manos son las partes más expuestas al contacto con los contaminantes, por lo que debe protegérselas utilizando siempre guantes aptos para el manejo de sustancias químicas, resistentes a la permeación por líquidos. Por razones obvias, no deben usarse guantes que incorporen un forro o muñequera de tela o que estén hechos de cuero (son hidrófilos), ya que dichos materiales absorben los pesticidas en lugar de repelerlos. Después de utilizar guantes no desechables, será necesario enjuagarlos bien con agua limpia antes de quitárselos.
La falta de rigor en este importante capítulo del manejo de sustancias químicas hará que las manos queden expuestas a sufrir irritaciones, quemaduras o úlceras. Los trabajadores expuestos no deben olvidar que las sustancias químicas no siempre causan un daño inmediato, siendo la exposición acumulativa la que causa, en muchas situaciones, daños irreversibles.
En la selección del guante no sólo se sustanciarán aspectos básicos como la talla, también deberá tenerse muy presente el tipo de sustancia. El axioma de que no existe el guante universal es inexorablemente cierto en el medio químico.
Los fabricantes somos conscientes de que la amplia variedad de sustancias químicas dificulta la elección del guante más adecuado por parte del usuario. Showa Best Glove, que ha pensado en ello a lo largo del tiempo, y pone a disposición de los usuarios (vía web y por otros medios) una base de datos de pruebas de resistencia química que incluye cientos de sustancias peligrosas. Chemrest, nombre que recibe la citada base de datos, contiene los datos-test de resistencia química de más de 400 productos químicos obtenidos con pruebas de más de 30 tipos de guantes.
Esta base de datos tiene la característica única de mostrar la información de resistencia química para más de un nivel de exposición. Por un lado, el nivel ASTM F739 (permeación de una exposición severa), y ASTM F1383 (permeación por una exposición intermitente). Los datos de prueba están jerarquizados en orden de preferencia del mejor al peor a partir del sistema de jerarquización de la norma EN 374 (Guantes de Protección contra productos químicos y micro-organismos). El ranking se basa en el tiempo de penetración. La información de permeación se ha normalizado sobre la base de 0,1 micro-gramos por centímetro cuadrado y por minuto, valores que son 10 veces inferiores a los que exige la norma EN 374.
Es obvio que, gracias a la información, puede seleccionarse el tipo de guante necesario para el desempeño seguro de cualquier aplicación con riesgo químico. puedes encontrar mas informacion en:www.proteccion-laboral.com

A pesar del gran número de trabajos de investigación realizados sobre redes inalámbricas de sensores y la monitorización...
15/05/2012

A pesar del gran número de trabajos de investigación realizados sobre redes inalámbricas de sensores y la monitorización de riesgo de incendios forestales, ninguno de ellos ha explotado hasta ahora las oportunidades que proporciona la movilidad de algunos sensores en la red. Pero esto es lo que han abordado estos investigadores de la UPM, especialmente la oportunidad de adaptar la cobertura espacial de los sensores a la dinámica del riesgo de incendio.

La monitorización del riesgo de incendio forestal pretende determinar el lugar y el momento más probables en los que se produzca un incendio forestal. Por esta razón la monitorización es una actividad importante, tanto para prevenir los incendios como para evitar posibles daños al medioambiente y a las personas.

En este ámbito se han usado ampliamente las técnicas basadas en sensores remotos; sin embargo, cuando se precisa ofrecer una respuesta inmediata y basada en la monitorización constante y en tiempo real, se hace imprescindible el uso de sensores in situ.

Las redes inalámbricas de sensores son sistemas de observación capaces de realizar dicha monitorización de una forma autónoma y en tiempo real. Estas redes se componen de sensores localizados geográficamente muy cerca del fenómeno de interés. Los sensores son autónomos, auto-configurables, pequeños, ligeros y con una capacidad de energía y comunicaciones limitada. Éstos tienen la capacidad de convertirse en sensores móviles cuando se les acopla a objetos móviles tales como robots, personas y bicicletas.

La investigación realizada se ha centrado en el desarrollo de un modelo que permita inferir cuál debe ser el comportamiento de los sensores móviles en tiempo real, es decir, decidir si el sensor ha de cambiar su localización, si se ha de poner en funcionamiento o por el contrario ha de hibernar. Estos comportamientos tratan de adaptar la cobertura geográfica/espacial que los sensores móviles ofrecen al fenómeno dinámico en observación, considerando el estado actual de dicho fenómeno como el estado de la red de sensores.

Para verificar el modelo se ha simulado el despliegue de una red inalámbrica de sensores móviles. La monitorización se basó en el Fine Fuel Moisture Code (FFMC) del Canadian Forest fire weather index como indicador de la facilidad relativa con que un incendio puede iniciarse. Se simularon dos tipos de escenarios para evaluar el modelo e inferir el comportamiento de los sensores móviles. El primero con bajo riesgo de incendio, principalmente para verificar si el modelo infiere el comportamiento “dormir sensores” cuando hay más sensores desplegados de los necesarios.

El segundo escenario simula un riesgo alto de incendio para verificar como el modelo infiere el comportamiento de movilidad. Ambos escenarios adoptaron la misma distribución espacial inicial de los sensores, aunque observaron diferentes estados del fenómeno. Los resultados de las simulaciones demostraron que el modelo infería exitosamente los comportamientos: “dormir sensores”, “mover sensores”, o “desplegar más sensores” para mejorar la cobertura espacial en concordancia con el estado actual del fenómeno y de la red de sensores.

Los resultados del trabajo pueden interesar tanto a la comunidad científica como a expertos relacionados con la geo-información y la monitorización medioambiental que deseen implementar y gestionar sensores móviles de una forma autónoma y eficiente. Aunque este modelo ha sido desarrollado para la monitorización del riesgo de incendio forestal, puede adaptarse fácilmente a otros tipos de monitorización medioambiental tales como la polución del aire, la polución sonora o la humedad del suelo entre otros.puedes encontrar mas informacion en:www.prevention-world.com

Un nuevo trabajo, dentro del proyecto de investigación Factores condicionantes del rendimiento del personal especialista...
04/05/2012

Un nuevo trabajo, dentro del proyecto de investigación Factores condicionantes del rendimiento del personal especialista en extinción de incendios forestales (PEEIF), tiene como principal novedad el haberse realizado en condiciones reales de incendio y no mediante simulación

El Grupo de Investigación en Valoración de la Condición Física de la Universidad de León acaba de publicar un artículo en la revista científica Journal of Occupational and Environmental Health sobre el nivel de esfuerzo físico que supone a los miembros de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF) la extinción de fuegos.

Según ha explicado a DiCYT el profesor José Gerardo Villa Vicente, “a través de la empresa Tragsa y de los trabajadores que, voluntariamente, han querido participar en el estudio, hemos recopilado toda la información sobre incendios forestales. De esta manera, hemos llegado a analizar cerca de 200 sujetos y unos 15 incendios por cada uno de ellos”, detalla.

A lo largo de cuatro años, los investigadores e la Universidad de León han controlado más de 2.000 incendios forestales y los han clasificado en cuatro apartados en función del esfuerzo requerido para los miembros de las BRIF: de menos de una hora de duración; entre una y tres horas; entre tres y cinco, y más de cinco horas.

El responsable de la preparación física en el ámbito de los incendios forestales de Tragsa, ubicado en el Laboratorio del grupo, y dos licenciados en Educación Física contratados conjuntamente y formados en este ámbito, han sido los encargados de recopilar todos los datos.

“Cuando el fuego podía preverse los agentes forestales voluntarios ingerían una cápsula de temperatura que registraba tanto su temperatura central como las variaciones a lo largo de todo el tránsito intestinal, durante unas 24-48 horas hasta que se defecaba”, precisa el profesor Villa, quien apunta que de esta forma se ha logrado obtener el dato más importante, “cómo influyen las condiciones térmicas y el esfuerzo que la persona realiza en la temperatura central del cuerpo”.

Después, independientemente de que ingirieran la cápsula o de que salieran al monte a extinguir un fuego, a entrenar o a realizar labores de limpieza, los agentes forestales se colocaban una cinta pectoral para registrar su frecuencia cardiaca cada cinco segundos.

A su vez, dado que cada uno porta un equipo de protección (formado por un traje, un casco, unos guantes y unas botas) y unas herramientas, lo que incrementa el peso entre 6 y 20 kilos, se han instalado sensores de temperatura ambiental y sensores de temperatura interna dentro de la camisetas y dentro del mono de trabajo, para conocer cómo se va acumulando la humedad y cómo varía la temperatura corporal.

“El equipo les protege frente al fuego pero dificulta la transpiración, a lo que se suma su peso y las condiciones del trabajo en el monte, con terrenos irregulares, pendientes, etc, y sometidos a más de 30 grados de temperaturas normalmente secas. A través de los sensores podemos saber hasta qué punto eso impide el intercambio térmico con la piel y por tanto la disipación de calor. Incluso, hemos incluido sensores de flujo de calor que miden las llamaradas o las corrientes convectivas de calor que reciben”, apunta.

Paralelamente, uno de los técnicos contratados acompaña a las cuadrillas y anota los tiempos de trabajo y de recuperación de cada uno de los miembros, así como el tipo de ataque al fuego que realizan o el avituallamiento que reciben.

Una vez obtenidos los datos, toda la información se centraliza, se limpia y se analiza en función de las variables que se desea estudiar. Como señala el investigador, “casi siempre buscamos saber qué tipo de esfuerzo le ha supuesto al agente forestal el trabajo e intentamos pormenorizar, como estamos haciendo en estos momentos, aspectos como si el tipo de combustible difiere al esfuerzo que tienen que realizar el trabajador o si el terreno más o menos abrupto requiere también mayor nivel de esfuerzo”.

Dado que a estos trabajadores se les exige una determinada condición física, el equipo científico trata de comprobar “en qué medida una mayor o menor preparación no sólo mejora el rendimiento sino también la salud y la seguridad de los agentes forestales”. A través de estos estudios, lo que tampoco estaba recogido en la literatura, han establecido una serie de índices de trabajo que han trasladado a los planes de preparación física de estos trabajadores.

En el artículo publicado en el Journal of Occupational and Environmental Health, el grupo de investigación resume lo ocurrido en los incendios acaecidos durante cuatro veranos. Tal y como subraya José Gerardo Villa, antes de iniciar el estudio cada verano se somete a los miembros de las BRIF a unas pruebas de esfuerzo. “En el laboratorio analizamos su respuesta cardiovascular, medimos el consumo de oxígeno máximo, que viene siendo la capacidad de trabajo físico que tienen, e identificamos las dos zonas de umbral de esfuerzo, aquella en la que no prácticamente no hay y aquella que, si supera, entra en fatiga, lo que se denomina umbral anaeróbico. De esta manera identificamos tres zonas de trabajo, la liviana, la óptima-moderada y la de trabajo intenso”.

Tras recibir los registros de los pulsímetros que llevan los agentes forestales, los investigadores observan cuánto tiempo han estado trabajando en cada zona. Posteriormente, comprueban “si esa zona se relaciona con que la duración de los incendios sea mayor o menor, con el fin de conocer qué demanda en respuesta cardiovascular y estrés térmico les requiere su actividad laboral en función de la duración de los fuegos”. La combinación de ambas cuestiones supone también una novedad en este campo de investigación y ha desvelado que la demanda de esfuerzo que se requiere al bombero forestal es más alta que la esperada y que la descrita. “De aquí que el desarrollo de planes de preparación física específica como los que ya ha puesto en marcha Tragsa sean absolutamente imprescindibles”, concluye.

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