
14/09/2025
La tranquilidad se interrumpió con la llegada de los cuervos.
Hacían acrobacias en el cielo, graznaban desesperadamente y se precipitaban en picado desde las alturas.
Sentí algo de miedo pero fue más fuerte el instinto que me hizo confiar en ellos. Algo muy importante debía pasarles y su bravura no iba destinada a nosotros.
Dejamos de comer y nos subimos al rellano de la escalera que está junto a la carretera, allí era donde había más algarabía.
Los cuervos, desde distintos frentes caían como hombres balas desde las alturas mientras sus gritos eran de desesperación.
Y justo en ese momento, volando ya a ras de suelo, pasó un águila con un cuervo atrapado en sus garras.
Un último picotazo en su lomo y el compañero fue rescatado.
Vivimos algo impresionante, la unión de un grupo sin condición por salvar a uno de ellos.
Ahora no puedo más que admirar profundamente a los cuervos por su bravura y su lealtad. Viví su implicación sin miramientos, ni condiciones, todos a una, todos por uno.
Cuántas cosas buenas nos enseñan los animales.