19/09/2025
Hace tiempo viví algo que me dolió, una publicación dirigida a difamarme que se difundió como si fuese la verdad absoluta. Unos gatitos que estuvieron bajo mi cuidado porque se los dieron a mi hija durante muy pocos días, algo que yo no busqué porque no podía por mis circunstancias personales y laborales y construyeron una historia cruel sobre mí. La realidad fue otra:
Esos bebés estaban recién comidos, se les ve la barriguita llena y el llanto que se escucha fue provocado por el modo en que fueron manipulados cuando los recogieron: la persona que los trasladaba volcó el transportín, generándoles miedo.
Di la posibilidad de llevarlos al supermercado porque la persona que nos contactó trabajaba ahí y para que los recogieran allí porque buscaba una solución responsable para no dejarlos solos.
Aquella publicación fue un linchamiento público. Recibí insultos, amenazas y una ola de violencia virtual que me afectó indudablemente y a pesar de intentar continuar, decidi cerrar mi espacio de masajes en septiembre de 2024 por seguridad y bienestar.
Lo que más me dolió no fue solo la mentira sino descubrir que la violencia puede venir de quienes se presentan como rescatadores. He visto cómo el interés, el dinero o la necesidad de protagonismo pueden llevar a personas e instituciones a jugar con la verdad y el dolor de los animales. Eso me rompió la confianza y el corazón: a veces la agresión viene desde ámbitos que pensamos protectores, vecinas, asociaciones, y hasta instituciones.
Hoy escribo desde la calma que me ha dado la sanación. Me he permitido pasar el duelo, recomponer mi vida y mirar hacia adelante. Sigo creyendo en la posibilidad de que existan personas buenas de verdad. Continúa en comentarios ⬇️