Psicología A buen puerto

Psicología A buen puerto Este es un espacio terapéutico donde poder dedicarte el tiempo necesario para que veas qué te pasa Si así lo decides te acompaño en este viaje.

En Psicología A buen puerto trabajamos para que cada persona que acude a iniciar un proceso terapéutico encuentre sus herramientas (su brújula, su timón, sus velas) para navegar por la vida, de manera que libre las tormentas sin acabar naufragando y en el caso de hacerlo encuentre el rumbo para volver a navegar de manera placentera. Siguiendo la metáfora y si tu mar no está en calma y estás atrave

sando una crisis personal, familiar, de pareja, procesos de ansiedad, estrés, problemas con tu pareja, duelos...y estás pensando que ha llegado el momento de pedir ayuda en Psicología A buen puerto encuentras terapia individual y grupo terapéutico. Si quieres cambiar de rumbo, tú decides cómo, cuándo y con quién. Soy psicóloga y terapeuta Gestalt.

30/01/2025

Escuchar y ser escuchado en la resolución de conflictos

La resolución de conflictos efectiva requiere un proceso estructurado que va más allá de simplemente “llegar a un acuerdo”. Implica comprender el conflicto en su totalidad y garantizar que todas las partes involucradas se sientan escuchadas y comprendidas.

¿Cuáles son las mejores prácticas para resolver conflictos de manera efectiva?

1. Clarificar el conflicto antes de actuar
* Un error frecuente es intentar resolver un conflicto sin haber identificado realmente cuál es el problema central. La escucha activa y el análisis de las causas ayudan a evitar soluciones superficiales.
2. Gestionar las emociones antes de buscar soluciones
* Los conflictos no solo son desacuerdos racionales, sino que involucran emociones. Es crucial reconocerlas, validarlas y gestionarlas antes de pasar a la resolución del problema.
3. Utilizar una comunicación positiva y estructurada
* Aplicar habilidades como la asertividad, la reformulación de lo dicho por el otro y el uso de mensajes en primera persona (“yo siento que…”) en lugar de acusaciones (“tú siempre…”).
4. Elegir la técnica adecuada según el conflicto
* No todos los conflictos se resuelven de la misma manera. Algunas situaciones requieren negociación, otras mediación o incluso intervención externa (como el arbitraje).

¿Cómo podemos asegurarnos de que todas las partes involucradas se sientan escuchadas y comprendidas?

1. Dando espacio a todas las voces
* Es fácil que en un conflicto algunas personas tengan más poder o se expresen mejor que otras. Para evitarlo, es útil establecer turnos de palabra y validar activamente las emociones de cada parte.
2. Evitar la tendencia a imponer soluciones rápidas
* La prisa por cerrar el conflicto puede hacer que algunas personas sientan que su punto de vista no fue tomado en cuenta. Un acuerdo duradero se construye con paciencia.
3. Parafrasear y verificar la comprensión
* Un facilitador o mediador puede usar frases como: “Si te entiendo bien, lo que quieres decir es…” Esto ayuda a corregir malentendidos y refuerza la sensación de ser escuchado.
4. Fomentar la empatía mutua
* A veces, los conflictos surgen de la falta de perspectiva sobre la posición del otro. Técnicas como el cambio de roles o la narración de experiencias pueden ayudar a generar comprensión.

Conclusión

La resolución efectiva de conflictos no solo consiste en alcanzar acuerdos, sino en asegurar que el proceso sea inclusivo, empático y equitativo. Escuchar de manera activa, gestionar emociones y validar la perspectiva de cada persona son elementos esenciales para que todas las partes sientan que han sido comprendidas.

10/01/2025

Una joven periodista le dice a Kate Winslet que es su primera entrevista. Ella le responde que esté tranquila, que van a hacer la mejor entrevista del mundo y que le pregunte lo que quiera. Qué forma de atender, de ver, de estar. Que “lo personal” jamás enturbie “lo profesional” es una concepción del mundo eminentemente masculina. Así, la disposición del espacio público, de lo laboral, es siempre una disposición desde la entereza, de quien es capaz de soportar y de aguantar más cosas porque “de casa se viene llorado”, aguantar la presión sin que se te note lo que sientes, no dejar mostrar tu vulnerabilidad porque si lo haces entonces darás muestra de tu incapacidad para hacer algo. Regresar a casa pensando que no vales nada cuando en realidad siempre, siempre, valemos más de lo que hacemos. Cómo cambiarían las cosas si en todas nuestras primeras, o segundas o últimas, la persona que tenemos delante en lugar de enfadarse contigo por tener miedo, te viera, te ayudara, te tranquilizara y te dijera que no pasa nada. Si en lugar de ver a alguien que “te hace perder el tiempo” o “hay miles de personas como tú esperando hacer tu trabajo”, en lugar de hacerte sentir incompetente, un impostor, en lugar de ponerte a competir con otros o contra ti, en lugar de alimentar esa sensación de fracaso que arrastramos todos los seres humanos se reconociera la posibilidad de la duda, del error y la equivocación porque lo que más nos va a pasar en la vida es equivocarnos. Y menos mal. Y si es que en el fondo todas esas personas que tienen éxito y que parecen “hechas” para un trabajo también están llenas de inseguridades.

Todos estamos temblando por dentro.

El mundo también, o sobre todo, se transforma en la manera en que tratamos a los demás, en la que nos dirigimos a los que no somos nosotros, en la manera que hablamos de ellos. Los espacios se pueden llenar de cuidados. Esto sí que es una decisión. Hay muchas cosas que no podemos cambiar: no podemos abolir el trabajo (ojalá porque eso de que el trabajo dignifica es la mayor mentira jamás contada) pero sí que podemos hacer la vida más sencilla, humana y vivible a las personas con las que trabajamos. Eso es político. Y si no lo haces es, sencillamente, porque no quieres.

Hay algo profundamente revolucionario y es la amabilidad, la ternura, la capacidad de tomarte menos en serio a ti mismo y ponerte en el lugar del otro. Algo que dice, yo también, no te preocupes, vamos a la vez.

Algo que es el esplendor.

De nuestra humanidad.

09/01/2025
08/01/2025
06/01/2025

El creador de contenido Farid Dieck:

“Mi deseo para ustedes no es un año de ensueño y sin defectos, ya que eso sería poco realista. Más bien, deseo que encuentren el coraje necesario para enfrentar los desafíos que el año les lance; que tengan la sabiduría para distinguir entre las batallas que merecen ser luchadas y aquellas que es mejor dejar pasar; que abracen las circunstancias que no puedan cambiar y se desprendan de las quejas para enfocarse en lo que sí pueden transformar; que desarrollen la paciencia y la comprensión con los defectos ajenos, recordando que todos somos imperfectos, y quizás así evitar el reproche; que logren perdonarse a sí mismos por sus errores; que crezcan a su propio ritmo y en la dirección que decidan. Para este año nuevo, no deseo que todo ocurra como deseen. Hay muchas cosas fuera de nuestro control, muchas circunstancias que no dependen de nosotros. Lo único que realmente espero es que, pase lo que pase, vivan lo que vivan, tengan el coraje de seguir adelante. No anhelo que el nuevo año les traiga felicidad, sino que sean capaces de encontrar felicidad en cualquier realidad que les toque vivir”.

02/01/2025

El Kintsugi o "reparación dorada" o Kintsukuroi "reparación de oro" es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Esta práctica está profundamente arraigada en la filosofía del wabi-sabi, que encuentra la belleza en la imperfección y la fugacidad. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto, y que deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.

Se cree que la técnica se originó a finales del siglo XV, cuando el sh**un japonés Ashikaga Yoshimasa envió un cuenco de té chino dañado a China para que lo repararan. A su regreso, le disgustaron las antiestéticas grapas metálicas utilizadas para repararlo, lo que llevó a los artesanos japoneses a desarrollar un método más estético.

El Kintsugi no solo devuelve la funcionalidad a la cerámica rota, sino que también realza su belleza al poner de relieve las grietas y reparaciones, considerándolas como una parte integral de la historia del objeto. Este enfoque refleja un profundo valor cultural japonés que abraza los defectos y las imperfecciones, viéndolos como elementos únicos que aportan carácter y profundidad. Con el paso del tiempo, el Kintsukuroi se ha convertido en un símbolo de resistencia y transformación, celebrando la idea de que algo que ha sido quebrantado puede volverse aún más hermoso a través de una reparación cuidadosa y reflexiva.

Dirección

Plaza De Los Pinos, Local 9
Plasencia
10600

Horario de Apertura

Lunes 10:00 - 14:00
17:00 - 20:00
Martes 17:00 - 20:00
22:00 - 14:00
Miércoles 10:00 - 14:00
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Jueves 10:00 - 14:00
17:00 - 20:00

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