04/08/2025
En estos tiempos de gran despertar, muchas almas se han volcado con devoción al mundo espiritual.
Formaciones, retiros, talleres, meditaciones, contenido diario…
Como si acumular más conocimientos o visibilidad significara una mayor evolución.
Pero cuidado.
El camino también puede volverse una trampa.
Una jaula sutil disfrazada de luz.
Cuando el “hacer espiritual” ocupa más espacio que el silencio interior…
Cuando buscamos guiar a otros y olvidamos mirarnos con honestidad…
Cuando la imagen de espiritualidad pesa más que la verdad del corazón…
Estamos cayendo, sin notarlo, en una falsa espiritualidad.
Una espiritualidad que habla de amor, pero no lo practica consigo misma.
Que quiere sanar al mundo, pero evade su propia sombra.
El verdadero trabajo espiritual, se siente en lo íntimo.
En lo que haces cuando nadie te ve.
En cómo te hablas, en cómo atraviesas tus noches oscuras.
En cuánto te permites ser humano antes que “maestro”.
Dejar de buscar validación externa y volver a la raíz.
Ser espiritual no es una imagen.
Es una práctica interna.
Es vivir desde la verdad, no desde el personaje que creamos para ser aceptados.
A veces, el verdadero despertar sucede cuando dejamos de actuar la espiritualidad…
y nos permitimos simplemente sentir, respirar y ser.