
28/03/2025
NARCISISMO: EL AULLIDO DEL ALMA.
Debajo de la apariencia cuidadosamente elaborada y cuidada del narcisista, se esconde un niño asustado, abandonado y con un dolor terrible. Un vacío aullante impulsa su impulso de castigar a los demás, desesperado por atención a cualquier precio.
Hay un niño o niña que desea que mamá y papá lo amen.
En su negación y dolor, señalan con el dedo hacia afuera para no tener que mirar hacia adentro. Crean drama para evitar la quietud del corazón, para evitar la verdadera intimidad y vulnerabilidad.
Esa es la tragedia del narcisista: no conoce el amor auténtico. No conoce la verdadera paz interior. No conoce la verdadera conexión, que solo reside en las profundidades sagradas de la vulnerabilidad y la intimidad. El narcisista a menudo puede parecer un faro de encanto y sabiduría, un pilar de la comunidad, un líder, sabio y amable, generoso y divertido, desinteresado hasta la exageración; sin embargo, tras las rejas, su máscara se cae. Pueden abusar en público, claro, pero también pueden hacerlo en secreto.
Algunos de los peores abusos ocurren a puerta cerrada, cuando nadie más los ve.
Su frase favorita suele ser: "Solo intento ayudarte/enseñarte/despertarte. Lo hago por amor...".
O peor aún, "Dios me lo dijo".
(No. No, no es amor. Y no, Dios no te dijo que atacaras a otros en su nombre. Tu dolor no procesado, no satisfecho y no metabolizado lo hizo...).
No me malinterpreten. TODOS podemos ser más o menos narcisistas y egocéntricos cuando nos sentimos afectados y sentimos dolor. Todos podemos culpar y avergonzar a los demás para evitar mirarnos a nosotros mismos. No se trata de luchar contra el narcisismo, sino de verlo, comprenderlo, tomar conciencia de él, reconocerlo en los demás, sí, pero sobre todo, ver todos estos patrones en nosotros mismos. Solo entonces podrá desentrañarlo, a la luz de la consciencia, mientras recorremos el valiente camino del profundo autoconocimiento y la responsabilidad.
- Jeff Foster-