
31/08/2025
Se nos va agosto, y con él, casi el verano…
El verano se despide con su fuego, con esos días donde el tiempo parecía dilatarse y el alma quería vivirlo todo de golpe. Nos deja memorias de sol en la piel, de risas, encuentros, viajes…
Agosto se retira como una llama que ya cumplió su propósito: recordarnos la intensidad de la vida, el brillo del instante, el calor que despierta la piel y el alma.
Con su partida, también se apagan poco a poco los días largos, y el verano comienza a desvanecerse como un suspiro, comienza a sentirse el cambio: el aire más suave, la luz más dorada, el llamado de la tierra que nos invita a bajar el ritmo, nos invita a soltar, abrazar la calma y mirar hacia adentro.
El verano no se va del todo: se transforma en memoria, en lección, en impulso para lo que viene. Porque cada final guarda en sí mismo el inicio de algo nuevo.
Que septiembre nos encuentre sembrando nuevas semillas, poniendo de nuevo orden, despertando ilusiones…
Siempre sentí que septiembre guarda la fuerza de un nuevo comienzo, como si fuera un 1 de enero secreto, íntimo y silencioso, escrito no en calendarios, sino en el lenguaje de la tierra y del alma.
Es el mes donde todo vuelve a su cauce, donde el aire se vuelve más fresco y la vida nos invita a elegir con claridad qué queremos cuidar, qué dejamos atrás y hacia dónde dirigimos nuestra energía.
Está siendo un bonito verano, aún quedan días para exprimirlo, vamos a por ello!! 😉
Con amor
Judit