
08/08/2025
En estos días de descanso, he rescatado un proyecto que presenté hace algunos años y que, aunque no llegó a realizarse, me permitió profundizar en el conocimiento de la devoción a la Virgen del Rocío de Almonte. Su historia, su entorno y la ferviente entrega de sus fieles me sirvieron de base posteriormente para la realización de las andas procesionales que llevamos a cabo en 2022.
Este proyecto consistía en el diseño de una corona conmemorativa, ofrecida por las hermandades filiales con motivo del centenario de la Coronación Canónica de la Virgen. Para su concepción, partí de tres ideas fundamentales que quise plasmar de forma clara y simbólica: el centenario de la coronación, la presencia y devoción de las hermandades filiales, y el entorno natural y espiritual que envuelve a la Virgen, es decir, Almonte y Doñana.
Comenzando por las hermandades filiales, mi intención fue reflejar en la corona los momentos en que todas se encuentran junto a la Virgen, ya sea físicamente en la aldea o durante el camino hacia ella. Por ello, diseñé un canasto dividido por cuatro grandes tondos con decoración renacentista, cada uno evocando escenas emblemáticas de la romería:
• En el frente, se representa el momento de la coronación de la Virgen: dos ángeles sostienen la corona sobre su imagen, mientras doce almonteños, a modo de apóstoles en Pentecostés, aplauden y vitorean a su Reina.
• En el lateral izquierdo, el rezo del Santo Rosario previo a la salida procesional.
• En el lateral derecho, la Misa Pontifical del domingo por la mañana.
• En la parte trasera, la emotiva presentación de las hermandades a su llegada a la aldea.
Además de estas escenas narrativas, quise rendir homenaje a las hermandades de forma simbólica: el aro del canasto está rodeado de pinares —símbolo del entorno de Doñana— entre los cuales se han integrado 121 flores con amatistas en su centro, representando a las 121 hermandades filiales existentes hasta la fecha.
Asimismo, la corona da un lugar destacado a la Hermandad Matriz, con su escudo en una cartela situada en el lado izquierdo de la ráfaga, y al pueblo de Almonte, cuyo escudo aparece en el lateral derecho. De forma muy simbólica, dos leones situados en la base de la ráfaga parecen sostener la corona: una clara referencia a los leones representados en las andas de la Virgen, donadas por Don Ignacio de Cepeda Soldán, evocando aquel episodio en el que la camarista “domó” la furia de los almonteños. Un gesto del Vizconde para homenajear el carácter fuerte y devoto del pueblo almonteño y exhortar a las futuras generaciones a ser verdaderos “leones del amor” para la Madre de Dios.
En el centro de la corona, el punto más destacado, se ha representado la Paloma del Espíritu Santo, inspirada en la que lleva la Virgen en el manto de los apóstoles. Está rodeada por un halo de rayos de oro blanco y derrama sobre el mundo su gracia en forma de una lluvia de brillantes. Como dice el texto:
“El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, derrota la aridez de los corazones y los abre a la esperanza, estimula y favorece en nosotros la maduración interior en la relación con Dios y con el prójimo.”
En sintonía con este mensaje, cuatro de los ocho imperiales que surgen desde la bola del mundo están concebidos como ráfagas de viento, símbolo del Espíritu Santo en su aparición a los apóstoles, trayendo consigo las lenguas de fuego. La palabra griega para “Espíritu” también significa “viento” y “aliento”, una conexión que quise reflejar en el diseño.
Sobre estas ráfagas de viento viajan aves que acaban posándose sobre amapolas, elementos que nos trasladan al entorno natural y simbólico de Doñana. Este espacio, tan ligado a la Virgen, se representa también en el canasto mediante la flora local: entre los pinares ya mencionados florecen especies autóctonas como clavellinas, jarrillas, campanillas, azafranes de otoño, rosas… aunque destacan especialmente los lirios y las amapolas, presentes también en la ráfaga con esmaltado suave que les aporta color y vida.
Junto a la flora, también se representa la fauna: escondidos tras las flores aparecen discretamente aves, linces, cervatillos y otros animales del parque.
Quiero destacar también las dos parejas de ángeles situadas en la ráfaga. Su propósito es simbolizar la alegría de la romería, y por ello portan instrumentos tradicionales como la flauta, el tamboril, las castañuelas y la pandereta.
La ráfaga, uno de los elementos más singulares de la corona, se caracteriza por tener los rayos de luz divina surgiendo desde el interior, pegados al canasto, y amparados exteriormente por una ornamentación renacentista que imita un encaje. Este encaje culmina en llamas de fe y estrellas con brillantes, y se engastan también amatistas que aportan notas de color junto a las demás piedras preciosas y los esmaltes de los escudos, lirios y amapolas.