21/09/2025
En un viejo barrio, todos conocen las escaleras empinadas que suben hacia la colina. Al caer la noche, pocos se atreven a cruzarlas, pues dicen que allí se aparece una anciana de rostro arrugado y ojos hundidos que ofrece su mano a los niños que caminan solos.
Nadie olvida la tragedia ocurrida décadas atrás: la mujer perdió a su hijo pequeño en esas mismas escaleras, un accidente que lo arrancó de su lado para siempre. Desde entonces, su espíritu vaga entre los peldaños, cuidando a los pequeños, aunque su presencia no siempre es alivio… porque algunos niños cuentan que, al tomar su mano, sienten un frío que se hunde hasta los huesos, como si la muerte los abrazara.