
18/05/2025
¿Qué pasa cuando el método científico no puede ofrecernos todas las respuestas que buscamos y anhelamos?
¿Seguimos buscando o preferimos aferrarnos a lo a lo que ya "decidimos" creer?
Reconocer sus límites y visibilizar los incentivos perversos no es traición, es mostrar que el factor «X» en la ecuación sigue siendo el humano (no solo la falta de conocimiento y avance-progreso tecnológico).
Que una gran mayoría no pueda replicar resultados y que publicar “fracasos" no se premie denota, a mi parecer, una concepción errónea sobre el avance del conocimiento y la fenomenología.
«El conocimiento crece por substracción, no por adición».- N.N.Taleb.
Es mucho más importante saber lo que no es, que lo que es [vía negativa > vía positiva].
Es quizás, aún más crucial, encontrar usos secundarios (affordances) a lo que hemos descubierto, que encontrar un nuevo descubrimiento (internet no fue creado para teletrabajar).
Este post no es un ataque a la ciencia, sino un llamado a la humildad epistémica:
• ¿En qué punto dejamos de investigar porque ya nos "sirve" creer otra cosa?
• Pacientes reciben tratamientos basados en estudios no replicables o sesgados.
• Cambios constantes en lo que es "bueno" o "malo" para la salud son reflejo de resultados científicos contradictorios (muchas veces no replicables) y la imprudencia del ser humano.
• Políticas públicas basadas en estudios débiles o no replicados pueden tener consecuencias graves (en economía, educación o salud).
Cuando la sociedad percibe que la ciencia se contradice, se abre la puerta a creencias pseudocientíficas o dogmáticas.
📙 Mi libro "¡Joder, cómo duele!" también parte de esa tensión: la entrecruzada entre lo racional y lo emocional.
Entre lo que sabemos… y lo que sentimos, aunque no tenga aún explicación (y puede que nunca la tenga por los propios límites del método de estudio).
Déjame leerte:
¿Qué opinas tú?
¿Dónde trazas el límite entre ciencia, fe y experiencia personal?
📨 Fisioterapia online y presencial: alvaro@painlab.es