26/08/2025
La ciencia detrás de la tranquilidad: Un enfoque desde la psiconeuroinmunología
Lo que mi padre me dice
Siempre que veo a mi padre sentado, o me voy, sobre todo si sé que no lo veo en unos días, me despido con el mismo discurso: "Me haces el favor de hacer los ejercicios". Y es que le hice una tabla con cuatro cosas básicas que, más o menos, va haciendo. A veces, a mi recomendación le añado: "y come bien". Él siempre me contesta: "y la tranquilidad, que es lo que más ayuda". ¡Y vaya si tiene razón!
Recuerdo que mi padre de joven se enfadaba y se frustraba con las cosas, como decimos por aquí, "se enrabiscaba". Pero hace años, bastantes ya, su respuesta ante las adversidades de la vida es mucho más neutra. Yo definiría su forma como sensata. La de "filtrar, dejar pasar y no enredarse con lo que no vale la pena", la de "llevar las cosas poquito a poco" y la de "aceptar y hacer lo que se puede". Un estilo de vida al que además añade "hacer la siesta", su vasito de vino, sus amistades íntimas, atender la huertita y pintar, que lo hace desde niño.
¡Y mi padre tiene toda la razón! Y te lo explico científicamente:
Sabemos, y es un hecho comprobado, que el estrés agudo deprime el sistema inmunitario. Y así, dependiendo del estado y las condiciones de cada persona, aparecen problemas de estómago con sobrecrecimiento de Helicobacter pylori, gastritis, patologías de autoinmunidad, cáncer... y algunas afectaciones por virus que viven en nuestro cuerpo de forma latente, como el herpes zóster.
Muchas son las causas por las que los tejidos se dañan y alteran su función, ya que la respuesta al estrés es diferente en cada órgano, pero hay un mecanismo fisiológico presente en todos los casos y que afecta a todas y cada una de nuestras células corporales, incluyendo las del sistema nervioso central y las gónadas: la supresión de la actividad del sistema inmunitario mediada por las hormonas del estrés. Y para quien quiera saber más, la historia es así:
Cuando nos disgustamos profundamente, nuestra red neurológica central activa el hipotálamo, que a través de neurotransmisores estimula la pituitaria (una glándula que está dentro de nuestra cabeza). Esta, a su vez, libera neurohormonas que viajan por el torrente sanguíneo y activan las glándulas suprarrenales, que se llaman así por estar sobre los riñones. Estas liberan en sangre gran cantidad de tres sustancias: adrenalina, glucosa y cortisol, razón por la cual desde un punto de vista médico la reacción se denomina "triada del estrés", aunque en verdad también se libera y actúa una cuarta hormona denominada noradrenalina.
Desde el punto de vista evolutivo a esta reacción se la conoce como "de lucha o huida", porque los seres humanos, durante millones de años, se enfrentaron a desafíos físicos de supervivencia extremos. Fue necesario huir o enfrentar a un oso, cruzar un frío lago nadando, pelear por los recursos con otra tribu, etc. Por tanto, no podemos pensar que la "triada del estrés" es una respuesta fisiológica inadaptada, sino todo lo contrario, pues estamos aquí gracias a esto.
El problema es que los tiempos han cambiado. Ya no enfrentamos osos, sino jefes o cargas de trabajo, y tampoco podemos huir de ellos ni de nuestras responsabilidades. Tenemos que aguantar y sacar adelante la jornada laboral, la mayoría de las veces quietos o sentados. Pero, claro, por dentro... el cuerpo está generando la misma respuesta que hace millones de años.
Y aquí es donde entra la clave: nuestra mente no diferencia entre la realidad y la imaginación. El sistema de supervivencia, especialmente el sistema límbico, puede estar activado constantemente por miedos, inseguridades o preocupaciones que no son peligros físicos reales, sino amenazas percibidas. Si la mente rumia y sugiere peligros inexistentes, ya sea por experiencias de vida pasadas o por una transmisión generacional de miedos, el cuerpo reacciona como si la amenaza fuera real.
Por eso, y como bien nos enseñan las tradiciones espirituales de todas las épocas, es tan importante estar en el momento presente. De esta manera, la mente no se proyecta hacia un futuro imaginario y lleno de lo que pudiera suceder, que la mayoría de las veces solo son circunstancias que nos pretenden salvar la vida, pero que en realidad nos están causando a día de hoy más perjuicio y daño que beneficio, ya que el contexto no es como el de nuestros antepasados lejanos.
Evidentemente, esta respuesta no es tan intensa como en un ataque real, pero ahora es constante, crónica y silente. Eleva la glucosa, prepara el sistema neurológico y motor para la actividad, aumenta la tensión arterial... y también, presten atención y lean bien: modula el sistema inmunitario a la baja. Sí, y esto es así porque ante una situación de peligro inminente (como ser atacado por un depredador), el cuerpo necesita toda su energía para pelear o escapar, no para combatir una infección menor o reparar un tejido dañado. La supresión de la respuesta inmune liberaba recursos y evitaba una inflamación excesiva que podría ser perjudicial.
De manera resumida, la funcionalidad del sistema inmunitario se clasifica de tres formas, dependiendo del tipo de linfocitos y células inmunitarias que actúen.
Respuesta Th1: Se enfoca en la inmunidad celular, que es la encargada de combatir patógenos intracelulares como virus y bacterias.
Respuesta Th2: Se especializa en la inmunidad humoral, que controla parásitos y genera anticuerpos. Evidentemente, está muy relacionada con las alergias.
Respuesta Th17: Es clave en la defensa contra bacterias extracelulares y hongos, principalmente en las superficies mucosas.
Pues bien, en la reacción de estrés de "lucha o huida", el organismo favorece la respuesta Th2 frente a Th1 y Th17. Esto ocurre porque el cortisol, la hormona del estrés, tiene un efecto directo en la polarización de estas respuestas. Al inhibir la respuesta Th1, el cuerpo debilita su capacidad para combatir infecciones intracelulares, lo que podría explicar el empeoramiento de infecciones latentes, como la del Helicobacter pylori, el herpes y otras. También porque la desregulación del sistema inmunitario puede llevar a que el cuerpo se "confunda" y ataque sus propios tejidos, que es la base de las enfermedades autoinmunes y las alergias.
Respecto a esto último, no es que el sistema inmunitario se "confunda", sino que se da una reacción de "mimetismo molecular", es decir, la similitud estructural entre una molécula de nuestro cuerpo y la de un patógeno que está presente en ese momento. Adicionalmente, este desequilibrio y desregulación inmunitaria puede contribuir a la progresión de un cáncer, ya que el sistema inmunitario, debilitado en favor de la supervivencia del individuo, puede fallar en su tarea de identificar y eliminar las células cancerosas a tiempo, células malignas que todos generamos cada día, y que nuestras defensas, en condiciones normales, controlan (vigilancia inmunitaria).
Para acabar, te diré que sí, que la respuesta al estrés de cada persona está determinada por su genética, pues hay genes que codifican los receptores celulares del cortisol y regulan su velocidad de acción. Si lo pensamos así, nada podríamos hacer. Sin embargo, y para que veas lo bonito del asunto, somos nosotros con nuestra voluntad e inteligencia en la interpretación de los eventos, con nuestras experiencias, el entorno que creamos y las personas que nos rodean, quienes modulamos esa respuesta y expresión genética (epigenética) al estrés, y por tanto nuestra protección frente a multitud de enfermedades. ¡Alucinante! Por eso, y como bien dice mi padre, y muy pero que muy bien dicho: "la tranquilidad es lo que más ayuda".
Recuerda que todo lo anterior funciona, claro está, pero si en algún momento todo te supera y sientes que no puedes más, te recomiendo que momentáneamente salgas de la zona de estrés y te muevas. Dale la respuesta motora y fisiológica para la que el cuerpo está preparado. Deja que las hormonas y la glucosa que están en tu sangre hagan su función: corre, haz ejercicio de fuerza e intensidad, despeja la cabeza y aclara las ideas.
¡Fuerte abrazo! ¡Gracias por leer y estar aquí!
Y recuerda que si tienes un problema de salud concreto y quieres identificarlo y mejorarlo desde la raíz, estoy aquí para ayudarte.